Estos son tiempos de cambio, de dejar de
ser nosotros para pasar a suplantarnos bajo máscaras de alegría, de tristeza,
de incertidumbre. Jugamos a dejar de ser lo que pensamos para interpretar el
papel de un mejor nosotros mismos sin alguna razón aparente, aunque tras la
cortina se encuentre todo un mar de inseguridaaes, de inconformidades, de besos
y caricias ausentes que buscan un momento. Lo más lógico sería pensar en un
porqué, pero no tiene motivo cuando hasta la verdad del enmascaramiento ha sido
enmascarada también.
Con un simple "así soy yo" se
busca suplantar una realidad, dejar de ser para parecer, enterrando al
verdadero yo bajo una cúpula de normas y reglas dictadas por personas y
situaciones muchas veces más denigrantes que constructivas, y lo que es peor,
menos pensantes que aquel que los sigue, ¿Pero quién es el tonto? ¿Aquel que
propone saltar del edificio o aquellos que lo siguen?
En ocasiones simplemente me niego a creer
la realidad, pensando que todo es parte de un proceso de madurez bien concebido
para encajar en la sociedad que, mal que bien, es el ecosistema al que tenemos
que adaptarnos para sobrevivir sin terminar como hermitaños, ¿Pero denigrarse?
¿Rebajar una actitud original, confortante, en pos de seguir los lineamientos
de retrasados mentales, de prostitutas y estúpidos? Suena ilógico, pero lo es
más creer que es posible sobrevivir nadando contra la corriente.
Precisamente en esa encrucijada me
encuentro hoy, como en muchas otras ocasiones. ¿Dejar de ser lo que hasta este
momento considero yo mismo? ¿Encajaré en los grupos que necesito encajar? ¿Seré
buen actor de la farsa? ¿Terminaré creyendo que ese soy yo y me olvidaré del
que una vez me consideré? Estoy confundido, pero cuando no encuentres cual
camino elegir sólo hay una mala opción: quedarte en medio de ambos y ver ambas
opciones esfumarse. Necesito un tiempo que me falta y a la vez estoy cansado de
tanto tiempo perdido, ¿Pero cómo pedirle a la vida un respiro?
Durante el año aproximado que llevo
escribiendo este blog me he dado cuenta de los peculiares cambios que he
experimentado como persona. Admito no ser esa mi manera de ser, sino que todo
ha coincidido con lo que podría considerar "el bache más grande de mi
vida", que abarca todos los aspectos de mi existencia. Hoy escribo esto
con la esperanza de sosegarme y encontrar la respuesta a una simple pregunta:
¿Tomar o no la máscara? La decisión que tome será fácil de saber: si dejo todo
aquello que me gusta, entre ello escribir aquí mis pensamientos, significará
que ya soy parte del rebaño de ovejas que sobrevive bajo el yugo del ignorante
sin alzar la voz. Lo que sea que pueda decir será menos relevante que obedecer.
Mientras tomo una decisión, seguiré
pensando libremente y actuando como tal.