He decidido emprender una nueva aventura en el blog. Luego de darle una serie de vueltas al asunto, he decidido darle un poco de buen uso al tiempo que dedico a escribir aquí, y pasar de una improductiva crítica a todo lo que se mueva o respire (y que sea digno de criticar, también hay que ser selectivo), a ayudarte a ti, simple mortal, a tener en tus manos la capacidad de sentirte como un dios todopoderoso, o ya de pérdida, como una madre en sala de parto, ¿A qué me refiero? Que a partir de hoy, comenzarás a dar vida, y a manipularla a tu vil antojo (¿Ahora entiendes la metáfora con una madre?).
Desde hace tiempo pensé en hacer una especie de guía para escritores novatos, personas que quieran describir todos esos pensamientos que alguna vez han tenido (ya sabes, ver muerto al profesor de matemáticas, tener a la chica de tus sueños, o ver ganar a México la copa mundial... olvida ese último, no todo es digno de ser escrito). Sé que el Internet está plagado de personas que creen que, de buenas a primeras, el mundo los va a amar por lo primero que salió de sus febriles mentes una noche de verano, mientras consumían azucar en cantidades industriales y miraban sus series favoritas de ánime (para mayor información al respecto, consulten una de mis primeras entradas... algo sobre la sensibilidad de los escritores novatos); sin embargo, hablo luego de mi experiencia personal en varios foros de escritores y pseudoescritores, encuentro a muchos de ellos como algo prácticamente vacío, en donde la esperanza de encontrar un escritor es de menos que nada. Pero, por el otro lado, he encontrado también excelentes muestras de que en la juventud se encuentran los próximos expositores de las letras internacionales (y no, no me refiero a la imberbe de Francisca Solar). Es por esta ambivalencia, y con el propósito de contribuir a que disminuya el número de personas del primer grupo mencionado, que he decidido dedicar el día de hoy a una pequeña charla productiva. Así que, próximo aspirante a novelista, toma nota y prepárate, que este será un viaje turbulento. Verás, con unas cuantas sencillas reglas, lo sencillo que es crear un protagonista de historia, lo suficientemente bueno para merecer estar al frente de la trama, pero no tan perfecto hasta llegar a ser nefasto (¿Alguien mencionó a Stella Maris?).
Como dicta un sabio proverbio mexicano, empecemos por el principio. Antes de que le des poderes de fuego, levitación, y poder de atracción inevitable a tu personaje, es preciso que realices el diseño previo de lo que será tu vástago. Puedes tomarlo en el orden que quieras, pero estos son los primeros pasos a seguir:
- Género: La mayoría se decanta por el género al que pertenecen, aunque no tiene que ser así. Lo cierto es que muchas personas relacionan esto con el síndrome Mary Sue/Gary Stu, que a pesar de pertenecer solamente a los fanfics, yo creo que puede adaptarse a las historias originales también... aunque yo de qué me quejo. En este punto no habrá mucho problema, tú sabes si tu protagonista será hombre, mujer, gay, bisexual, trisexual o una cosa andrógina que provenga de otro planeta (o de aquí, ya comienzan a haber).
- Nombre: Aunque no lo parezca, este es un punto sumamente importante a tratar. Aquí nuevamente se pone en evidencia tu intención de hacer un personaje interpretado por ti. Me he topado en infinidad de lugares con un escritores de nombres tan raros como "FulanitoMcKlein", que tienen historias de todos nombres, pero cuyo protagonista lleva como nombre el valor de la misma variable rara de pronunciar que lleva por nombre el autor. Por favor, aprendan a diferenciar entre un personaje de novela y tu propia vida (a pesar de que ésta apeste y quieras huir a un mundo fantástico, si piensas escribir para un público, mejor haz algo con un poco más de sustancia que tus sueños húmedos). Puede ser un nombre sencillo o uno largo, pero que sea proporcional al de los demás personajes que vas a usar. Piénsalo si no es una manera de favoritismo si tu protagonista se llama Ferdinand Von Schmier, y sus amigos, enemigos y conocidos se llaman Pancracio, Hermenegildo, Plaustracio, Crisantemo, Crisósforo y demás. Un extra en este punto es el hecho de que muchos se decantan por nombres japoneses (adictos al ánime, ¿Qué se puede hacer?), y hacen todavía más rara la historia (piénsalo, una historia orientada en una secundaria de México, donde el protagonista se llama Satoru Misakawa, no cumple con muchas reglas de coherencia... a pesar del truco barato y sobrequemado del intercambio escolar).
- Físico: A pesar de que siempre hayas soñado con tener el cuerpo de un dios griego, con pectorales de acero y biceps enormes, debes pensarlo dos veces antes de darle ese cuerpo al producto de tu imaginación, ¿Por qué? Sencillo. Si tu personaje tiene un cuerpo envidiable, nuevamente lo estás poniendo por encima de los demás personajes, y eso le roba un alto grado de emoción a la historia, que pasa de convertirse en algo interesante, en la vida perfecta de un ser perfecto al que nada le afecta, y leer sobre algo así me es tan atractivo como comerme un cactus con todo y maceta... aunque, viéndolo bien, tendría más emociones con esto... al momento que tuviera que salir. No me refiero a que hagas una segunda versión de Betty la fea, sino que encuentres un equilibrio entre el protagonista y los demás personajes. No porque la historia gire alrededor suyo significa que los demás son relleno. Incluso, como un detalle cómico o "humanitario", puedes ponerle un defecto físico, algo que le haga ver que no es perfecto. El público te lo agradecerá.
- Habilidades: Es casi seguro que no estás pensando en un personaje normal. La mayoría de los jóvenes de hoy escribimos sobre fantasía, cosas que no podemos hacer en la vida real, y eso está bien, siempre y cuando las cosas no sean tan dispares en la historia, además de que las cosas tengan un sentido (si Stephenie Meyer hubiera leído esto antes... los vampiros seguirían muriendo con la luz del sol y su dignidad intacta). Puedes darle poderes de levitación a tu mono, que levante cosas pesadas o que se teletransporte, pero de eso a decir: "Pancracio Krakonusdeitoruschiristous es capaz de matar con la mirada, resolver ecuaciones de undécimo grado en la mente, destruir universos con solo pensarlo (nótese el error en la frase) y sus gases no huelen". Haz las cosas equilibradas, y verás que todo marchará bien.
- Personalidad: Entramos en terreno muy importante. Tu personaje debe tomar una actitud humana, propia de una persona (preferentemente que no seas tú, aunque seas la única persona que conozcas). Debes pensar en cómo actuaría de acuerdo a las circunstancias, cómo viste diariamente, lo ve en otras personas, que le gusta, que detesta, que quisiera cambiar de sí mismo. El mundo está lleno de personajes que visten todo de negro (con gabardina incluida), de mirada penetrante, al que todo el mundo odia sin sentido aparente por ser diferente (aunque si te pones a pensar, en realidad es igual que todos), que poseen una motocicleta y una zorra a su servicio. Todos lo odian por ser como es, pero él sigue y se convierte en el próximo dios... espera, me estoy yendo demasiado lejos, pero es verdad que abundan los personajes así. Elije, de entre la infinidad de características que hay, las que más se adapten a la historia que quieres escribir, y únelas en una amalgama que sea atractiva para el lector promedio (no cuentan los lammers de foros de fanfics, que te siguen para que tú los sigas).
Se pueden cometer muchos errores en el camino, y pasar a convertir un buen personaje, por un detalle insignificante, en tu vivo retrato en el mundo que quisieras tener. Ese es el principal detalle que puede corromperte, así que te sugiero tomar en cuenta los pequeños consejos que te di (entre burlas) y hagas algo digno de ser leído por alguien más, aunque si eres del tipo "yo escribo porque me gusta, pero lo subo a un foro sólo para que me feliciten", mejor olvida todo lo que he dicho, y sigue viviendo en tu estúpida burbuja. No pasarás de hacer fanfics de las series de ánime que más te han gustado, y en las que quisieras desaparecer de este mundo.
Decidí escribir hoy esto porque estoy planeando una nueva y corta historia, y comencé a estructurar un protagonista. Luego de dar una revisada a los de mis otras historias, llegué a la conclusión de que solía seguir cierto orden, y así fue como nació esta entrada. En próximas entradas les presentaré a Cid Sharit, un chico sin más poderes que su ánimo para no dejarse vencer. Por hoy a sido suficiente, así que me despido, esperando reducir en un pequeño porcentaje los personajes autobiográficos mal hechos.
Nos leemos en otra ocasión.