Lo sé, apenas hace unos días dije que no publicaría, ¿Pero a quién le importan mis promesas? Este es mi rincón en el mundo inexistente, y yo hago lo que me viene en gana, y hoy quise escribir algo sin forma, por el mero placer de hacerlo.
No, no estoy quejándome del mundo, ni criticando alguna nimiedad de la estúpida sociedad en que nos tocó vivir. No, hoy solamente quiero hablar de mí, y más propiamente, de lo que hay dentro de este cuerpo que me fue dado, que no pedí, pero que me permite percibir tantas cosas, tantas situaciones, algunas tan maravillosas que pueden llegar a doler.
Tanta fe volcada en pensamientos vanos, en sueños de lo que se espera lograr... perdida entre cuatro muros, esa fe me golpea una y otra vez, riéndose de eso que intenté ser, que los demás creen ver ante sus ojos, pero que internamente se desmorona ante el peso de su propia farsa. Pues nada es más frágil que la fragilidad misma del ser humano, el que no quiere serlo, el que no cree serlo, pero que cae ante el peso de la pluma de un ave, un ave que se afana de volar, que es capaz de surcar los cielos, en un desplome de presunción que evoca en mí el llanto, el deseo insaciable de lograr ser alguien en este mundo... y no conseguirlo.
El camino siempre es duro, las pruebas van creciendo en dificultad, y todo lo que tenemos es un cuerpo incauto, fácilmente rompible, que se va desgastando lentamente, dejando solamente un rastro de polvo en nuestro intento, ya no de grandeza, sino de simple sobrevivir.
Corremos, intentamos volar, pero todo lo que encontramos es el lodo, la dureza de un sendero que se ríe en nuestra cara, que se niega a ser recorrido, y que nos sigue recordando esa fragilidad del cuerpo, esa ausencia de ímpetu en unos movimientos desesperados por vivir, pero que no dan un verdadero sentido a seguir respirando.
En esta realidad, hoy me ahogo. Intentó con todas mis fuerzas gritar a un vacío, donde las remembranzas de tiempos y personas mejores me matan, apuñalando una espalda herida, llena de llagas en carne viva, sangrando a borbotones un piso pulcro de memorias que una vez fueron dulces. Pudiera ser triste, si no fuera tan irónicamente sencillo decirme a mí mismo "te lo dije".
Todo cuanto vale la pena, tarde o temprano te traicionara.
Si no duele, no lo valorarás.
Solamente sin un corazón serás capaz de salir adelante, éste te detiene a cada paso.
Son muchos los pensamientos que han venido a mi mente en estos días, que intentó respirar en un ambiente ajeno, donde todo lo que queda de mí es la imagen que ocasionalmente me devuelve el espejo, y la cual no reconozco. Sin remordimientos ni quejas, tendré que acostumbrarme a ser esta persona, y a despedirme de ese antiguo yo que sigue agonizando en algún punto de la existencia. Fingiré no escuchar su llanto, mientras buscó respirar entre estos muros, límites que antes no conocía.
Volveré, ocasionalmente, pero no esperen imágenes o intentos por hacerlos reír, he decidido hacer de este, al menos por ahora, el contenedor de mis disparatadas reflexiones.
Saludos.