miércoles, 3 de agosto de 2011

Falcon y yo

Desconozco la manera en que llegamos a conocernos, simplemente pasó, como pasan las cosas cuando menos las esperas. Era un chico despreocupado de aspecto extraño y la cabeza llena de humo, envuelta en ideas de un mundo maravilloso donde todo era felicidad. Era, como yo, un soñador empedernido, un buscador de lugares donde reposar el espíritu y echar el alma a volar.
Caminamos juntos un largo tramo, jugando con la realidad y torciéndola a nuestro beneficio. Logramos convertir el aburrimiento y el hastío en situaciones divertidas en las que cualquier objeto o situación era lo que queríamos. nos sumergimos en mundos ajenos, buscando razones y motivos para abandonar la realidad y jugar de nuevo con todo aquello que parecía interesante. Sí, torcimos las cosas y las hicimos a nuestro gusto, ¿Pero quién no lo ha hecho en pos de un momento de gloria?
Pero no solamente fueron los momentos divertidos. A su lado, y sin notarlo, fui creciendo, convirtiendo las ideas de un chico fantasioso en sueños casi palpables. Falcon me vio convertirme en un joven, y él también lo hizo. Las situaciones y los amigos cambiaron, pero la esencia del placer de estar juntos seguía intacta, justo como en el primer momento en que nos vimos.
Cada día, cada instante, son preciosas memorias que atesoró en lo profundo de mi corazón, incomprensibles para la gran mayoría de las personas, pero fuertemente estrechas para nosotros dos. No lo comprenderían, vivimos en un mundo donde la fantasía es un recurso que se vende o se alquila al mejor postor por grandes empresas, pero ese lazo entre mi amigo y yo trasciende el comercialismo, el fanatismo y las necedades, es más grande que una vida y más fuerte que la muerte, es la sensación de haber sido por primera vez en la vida completamente feliz.
He de admitir que nunca todo fue miel sobre hojuelas, y todo fue culpa mía. Como un mal amigo, le hice pasar situaciones adversas y sufrimiento fácilmente evitable, más todo fue en pos de hacer que corrigiera su camino, que aprendiera de los errores y lograra ser esa persona que yo me esforzaba en soledad por alcanzar a ser. Fue difícil, y en momentos pensé en dejar todo atrás, pero más allá de la felicidad se encuentra el bienestar, y un amigo siempre se preocupa por ello.
¿Por qué digo esto? Porque hoy es un día lleno de tristeza. Hoy, luego de más de ocho años de su sutil compañía, de sus consejos callados y su carácter impasible, hemos de separar nuestros caminos de manera indefinida. Puede ser un par de días, un año, un siglo, la eternidad... pero no podía dejarlo sin darle la despedida que se merece. Él, mi compañero de soledades y mi siempre fiel ejemplo, hoy toma el camino del olvido en un lugar perdido de las memorias, donde permanecerá callado, a pesar de su costumbre de siempre quejarse, hasta que tiempos mejores le permitan regresar a las andanzas, y seamos otra vez él y yo, juntos contra ese entramado mundo que hemos creado para los dos.
Hasta pronto, Falcon, aventurero fiel, mi amigo entrañable... permanecerás en ese lugar que he creado especialmente para ti y tus amigos, en una aventura inconclusa que espero algún día conozca un final.