Un invierno, dos veranos y una noche

En un claro intento de recuperar un poco de la decencia planeada, he de admitir, en defensa de la larga ausencia, que he estado trabajando de nuevo. Sé que el propósito de este sitio es documentar más que nada mis esfuerzos como escritor, así que eso mismo haré, aunque en el acto se asemeje también a una vil excusa para no haber dado seguimiento al proyecto de Lunae Clarum.
En primer lugar, he de admitir que estos meses comencé a trabajar, tal y como lo advertí, en la segunda parte de Aries, la cual lleva por título Noctum, y la cual por cierto es todavía más larga que su precuela. Hasta este momento he escrito dos de las nueve partes de las que consta esta historia (no recuerdo haberlo plasmado aquí antes, pero tuve la manía de dividir cada entrega de la historia en nueve segmentos, se podrían considerar tomos de la historia misma). Esto pudiera parecer un avance menor, pero hemos de tomar en cuenta la extensión de dichas partes.
A continuación, una comparativa entre mis dos historias a la fecha.
Primeras dos partes de Aries:
   Palabras: 102,265.
   Páginas:   102.

Primeras dos partes de Noctum:
   Palabras: 200,973.
   Páginas:  240.
Como pueden observar, la historia es mucho más larga, además que sirve como prueba de la mejoría que he tenido como escritor a lo largo de los últimos siete años, y todo lo que esto involucra (cambio de perspectiva, madurez, llámenlo como gusten).
Este es el primer reporte de mi avance en esta historia, aunque también posiblemente sea el único en un tramo de tiempo, puesto que he decidido ponerme un pequeño reto como escritor, apenas terminando la segunda parte de Noctum.
Este "reto", por llamarlo de alguna forma, consiste en aprovechar el próximo mes de diciembre para realizar una novela, un tanto diferente a lo acostumbrado, y concluirla antes de que el mes lo haga. Una especie de NaNoWriMo personal, sin una calendarización, ni hashtags en Twitter para presumir avances (red social que, por cierto, me causa una indiferencia tremenda). Sólo por el gusto de una satisfacción personal, dedicaré el último mes del año a un proyecto cuyo nombre es "Un Invierno Y Dos Veranos".
Próximamente espero poder tener mayores avances al respecto, pues por lo pronto sólo hay preparativos, a fin de dedicar el mes que viene sólo a escribir.

Saludos, si es que alguien todavía lee este hueco olvidado en Internet.

Cómo dar vida a un protagonista

He decidido emprender una nueva aventura en el blog. Luego de darle una serie de vueltas al asunto, he decidido darle un poco de buen uso al tiempo que dedico a escribir aquí, y pasar de una improductiva crítica a todo lo que se mueva o respire (y que sea digno de criticar, también hay que ser selectivo), a ayudarte a ti, simple mortal, a tener en tus manos la capacidad de sentirte como un dios todopoderoso, o ya de pérdida, como una madre en sala de parto, ¿A qué me refiero? Que a partir de hoy, comenzarás a dar vida, y a manipularla a tu vil antojo (¿Ahora entiendes la metáfora con una madre?).
Desde hace tiempo pensé en hacer una especie de guía para escritores novatos, personas que quieran describir todos esos pensamientos que alguna vez han tenido (ya sabes, ver muerto al profesor de matemáticas, tener a la chica de tus sueños, o ver ganar a México la copa mundial... olvida ese último, no todo es digno de ser escrito). Sé que el Internet está plagado de personas que creen que, de buenas a primeras, el mundo los va a amar por lo primero que salió de sus febriles mentes una noche de verano, mientras consumían azucar en cantidades industriales y miraban sus series favoritas de ánime (para mayor información al respecto, consulten una de mis primeras entradas... algo sobre la sensibilidad de los escritores novatos); sin embargo, hablo luego de mi experiencia personal en varios foros de escritores y pseudoescritores, encuentro a muchos de ellos como algo prácticamente vacío, en donde la esperanza de encontrar un escritor es de menos que nada. Pero, por el otro lado, he encontrado también excelentes muestras de que en la juventud se encuentran los próximos expositores de las letras internacionales (y no, no me refiero a la imberbe de Francisca Solar). Es por esta ambivalencia, y con el propósito de contribuir a que disminuya el número de personas del primer grupo mencionado, que he decidido dedicar el día de hoy a una pequeña charla productiva. Así que, próximo aspirante a novelista, toma nota y prepárate, que este será un viaje turbulento. Verás, con unas cuantas sencillas reglas, lo sencillo que es crear un protagonista de historia, lo suficientemente bueno para merecer estar al frente de la trama, pero no tan perfecto hasta llegar a ser nefasto (¿Alguien mencionó a Stella Maris?).
Como dicta un sabio proverbio mexicano, empecemos por el principio. Antes de que le des poderes de fuego, levitación, y poder de atracción inevitable a tu personaje, es preciso que realices el diseño previo de lo que será tu vástago. Puedes tomarlo en el orden que quieras, pero estos son los primeros pasos a seguir:
  • Género: La mayoría se decanta por el género al que pertenecen, aunque no tiene que ser así. Lo cierto es que muchas personas relacionan esto con el síndrome Mary Sue/Gary Stu, que a pesar de pertenecer solamente a los fanfics, yo creo que puede adaptarse a las historias originales también... aunque yo de qué me quejo. En este punto no habrá mucho problema, tú sabes si tu protagonista será hombre, mujer, gay, bisexual, trisexual o una cosa andrógina que provenga de otro planeta (o de aquí, ya comienzan a haber).
  • Nombre: Aunque no lo parezca, este es un punto sumamente importante a tratar. Aquí nuevamente se pone en evidencia tu intención de hacer un personaje interpretado por ti. Me he topado en infinidad de lugares con un escritores de nombres tan raros como "FulanitoMcKlein", que tienen historias de todos nombres, pero cuyo protagonista lleva como nombre el valor de la misma variable rara de pronunciar que lleva por nombre el autor. Por favor, aprendan a diferenciar entre un personaje de novela y tu propia vida (a pesar de que ésta apeste y quieras huir a un mundo fantástico, si piensas escribir para un público, mejor haz algo con un poco más de sustancia que tus sueños húmedos). Puede ser un nombre sencillo o uno largo, pero que sea proporcional al de los demás personajes que vas a usar. Piénsalo si no es una manera de favoritismo si tu protagonista se llama Ferdinand Von Schmier, y sus amigos, enemigos y conocidos se llaman Pancracio, Hermenegildo, Plaustracio, Crisantemo, Crisósforo y demás. Un extra en este punto es el hecho de que muchos se decantan por nombres japoneses (adictos al ánime, ¿Qué se puede hacer?), y hacen todavía más rara la historia (piénsalo, una historia orientada en una secundaria de México, donde el protagonista se llama Satoru Misakawa, no cumple con muchas reglas de coherencia... a pesar del truco barato y sobrequemado del intercambio escolar).
  • Físico: A pesar de que siempre hayas soñado con tener el cuerpo de un dios griego, con pectorales de acero y biceps enormes, debes pensarlo dos veces antes de darle ese cuerpo al producto de tu imaginación, ¿Por qué? Sencillo. Si tu personaje tiene un cuerpo envidiable, nuevamente lo estás poniendo por encima de los demás personajes, y eso le roba un alto grado de emoción a la historia, que pasa de convertirse en algo interesante, en la vida perfecta de un ser perfecto al que nada le afecta, y leer sobre algo así me es tan atractivo como comerme un cactus con todo y maceta... aunque, viéndolo bien, tendría más emociones con esto... al momento que tuviera que salir. No me refiero a que hagas una segunda versión de Betty la fea, sino que encuentres un equilibrio entre el protagonista y los demás personajes. No porque la historia gire alrededor suyo significa que los demás son relleno. Incluso, como un detalle cómico o "humanitario", puedes ponerle un defecto físico, algo que le haga ver que no es perfecto. El público te lo agradecerá.
  • Habilidades: Es casi seguro que no estás pensando en un personaje normal. La mayoría de los jóvenes de hoy escribimos sobre fantasía, cosas que no podemos hacer en la vida real, y eso está bien, siempre y cuando las cosas no sean tan dispares en la historia, además de que las cosas tengan un sentido (si Stephenie Meyer hubiera leído esto antes... los vampiros seguirían muriendo con la luz del sol y su dignidad intacta). Puedes darle poderes de levitación a tu mono, que levante cosas pesadas o que se teletransporte, pero de eso a decir: "Pancracio Krakonusdeitoruschiristous es capaz de matar con la mirada, resolver ecuaciones de undécimo grado en la mente, destruir universos con solo pensarlo (nótese el error en la frase) y sus gases no huelen". Haz las cosas equilibradas, y verás que todo marchará bien.
  • Personalidad: Entramos en terreno muy importante. Tu personaje debe tomar una actitud humana, propia de una persona (preferentemente que no seas tú, aunque seas la única persona que conozcas). Debes pensar en cómo actuaría de acuerdo a las circunstancias, cómo viste diariamente, lo ve en otras personas, que le gusta, que detesta, que quisiera cambiar de sí mismo. El mundo está lleno de personajes que visten todo de negro (con gabardina incluida), de mirada penetrante, al que todo el mundo odia sin sentido aparente por ser diferente (aunque si te pones a pensar, en realidad es igual que todos), que poseen una motocicleta y una zorra a su servicio. Todos lo odian por ser como es, pero él sigue y se convierte en el próximo dios... espera, me estoy yendo demasiado lejos, pero es verdad que abundan los personajes así. Elije, de entre la infinidad de características que hay, las que más se adapten a la historia que quieres escribir, y únelas en una amalgama que sea atractiva para el lector promedio (no cuentan los lammers de foros de fanfics, que te siguen para que tú los sigas).
Se pueden cometer muchos errores en el camino, y pasar a convertir un buen personaje, por un detalle insignificante, en tu vivo retrato en el mundo que quisieras tener. Ese es el principal detalle que puede corromperte, así que te sugiero tomar en cuenta los pequeños consejos que te di (entre burlas) y hagas algo digno de ser leído por alguien más, aunque si eres del tipo "yo escribo porque me gusta, pero lo subo a un foro sólo para que me feliciten", mejor olvida todo lo que he dicho, y sigue viviendo en tu estúpida burbuja. No pasarás de hacer fanfics de las series de ánime que más te han gustado, y en las que quisieras desaparecer de este mundo.
Decidí escribir hoy esto porque estoy planeando una nueva y corta historia, y comencé a estructurar un protagonista. Luego de dar una revisada a los de mis otras historias, llegué a la conclusión de que solía seguir cierto orden, y así fue como nació esta entrada. En próximas entradas les presentaré a Cid Sharit, un chico sin más poderes que su ánimo para no dejarse vencer. Por hoy a sido suficiente, así que me despido, esperando reducir en un pequeño porcentaje los personajes autobiográficos mal hechos.
Nos leemos en otra ocasión.

Un intento de regreso... y una nueva forma de ver las cosas

Bueno ,es difícil hacer esto. Luego de años de haber ignorado por completo este pequeño espacio en la red, mi espacio, y de que la vida diera más vuelcos de los que uno quisiera, he decidido intentarlo de nuevo. Sí, ya no soy el mismo que fundó esta página hace tanto, con dudas e incertidumbre en el paso entre la educación y el trabajo, pero bueno, este blog nunca se trató de eso.
El contenido del mismo tal vez no vaya a ser tan diverso como antes (nunca pretendió ser gracioso, y pese a ello en ocasiones publiqué tonterías de las que hoy estoy en desacuerdo, pero igual se quedarán donde están). En primer y único lugar, voy a concentrarlo en mis divagaciones sobre mi muy oxidada faceta de escritor, la misma que quedó congelada durante todo este tiempo, más que nada por desidia, por simple y llano tedio del mundo laboral, el mismo que te ocasiona perder la chispa creativa y concentrarte en lo que eres ahora: un adulto buscando salir adelante.
Llega un momento en que la vida deja de ser una emoción tras otra, que la rutina te consume y no te mucho espacio para ser tú mismo, para demostrar que tienes ideas, y en medio de esas sensaciones, perdí mi creatividad. Pasé años intentando recuperarla, y hoy que pienso que lo he hecho, decidí reabrir este espacio y volver a compartir con quienquiera que lea esto, mis avances y pensamientos varios alrededor de todo esto.
Mi mundo es más complicado, el tiempo es menor, pero vamos a hacer un esfuerzo que no había hecho para que esto funcione. A la par, me enorgullece decir que estoy trabajando, por primera vez en siete años, en mi segundo escrito, la continuación de Aries (historia que terminé en el lejano 2012), así que la gran mayoría de mis desvaríos serán alrededor de los avances de esta historia, la cual espero que algún día llegue a ser más que un archivo en mi computadora.
Haremos el esfuerzo, porque hoy decidí que vale la pena intentar las cosas, no por alguien, no por nada, sino por uno mismo.

Enmascaramiento



Estos son tiempos de cambio, de dejar de ser nosotros para pasar a suplantarnos bajo máscaras de alegría, de tristeza, de incertidumbre. Jugamos a dejar de ser lo que pensamos para interpretar el papel de un mejor nosotros mismos sin alguna razón aparente, aunque tras la cortina se encuentre todo un mar de inseguridaaes, de inconformidades, de besos y caricias ausentes que buscan un momento. Lo más lógico sería pensar en un porqué, pero no tiene motivo cuando hasta la verdad del enmascaramiento ha sido enmascarada también.
Con un simple "así soy yo" se busca suplantar una realidad, dejar de ser para parecer, enterrando al verdadero yo bajo una cúpula de normas y reglas dictadas por personas y situaciones muchas veces más denigrantes que constructivas, y lo que es peor, menos pensantes que aquel que los sigue, ¿Pero quién es el tonto? ¿Aquel que propone saltar del edificio o aquellos que lo siguen?
En ocasiones simplemente me niego a creer la realidad, pensando que todo es parte de un proceso de madurez bien concebido para encajar en la sociedad que, mal que bien, es el ecosistema al que tenemos que adaptarnos para sobrevivir sin terminar como hermitaños, ¿Pero denigrarse? ¿Rebajar una actitud original, confortante, en pos de seguir los lineamientos de retrasados mentales, de prostitutas y estúpidos? Suena ilógico, pero lo es más creer que es posible sobrevivir nadando contra la corriente.
Precisamente en esa encrucijada me encuentro hoy, como en muchas otras ocasiones. ¿Dejar de ser lo que hasta este momento considero yo mismo? ¿Encajaré en los grupos que necesito encajar? ¿Seré buen actor de la farsa? ¿Terminaré creyendo que ese soy yo y me olvidaré del que una vez me consideré? Estoy confundido, pero cuando no encuentres cual camino elegir sólo hay una mala opción: quedarte en medio de ambos y ver ambas opciones esfumarse. Necesito un tiempo que me falta y a la vez estoy cansado de tanto tiempo perdido, ¿Pero cómo pedirle a la vida un respiro?
Durante el año aproximado que llevo escribiendo este blog me he dado cuenta de los peculiares cambios que he experimentado como persona. Admito no ser esa mi manera de ser, sino que todo ha coincidido con lo que podría considerar "el bache más grande de mi vida", que abarca todos los aspectos de mi existencia. Hoy escribo esto con la esperanza de sosegarme y encontrar la respuesta a una simple pregunta: ¿Tomar o no la máscara? La decisión que tome será fácil de saber: si dejo todo aquello que me gusta, entre ello escribir aquí mis pensamientos, significará que ya soy parte del rebaño de ovejas que sobrevive bajo el yugo del ignorante sin alzar la voz. Lo que sea que pueda decir será menos relevante que obedecer.
Mientras tomo una decisión, seguiré pensando libremente y actuando como tal.

"Ten cuidado con lo que deseas...


... que se te puede conceder".
Esas fueron las sabias palabras que me dijo mi madre el día de hoy, luego de que me quejé por enésima vez de no encontrar esa primera oportunidad de empleo que tanta falta le está haciendo a mi vida (sí, por el momento soy un maldito "nini"). Pero ¿Por qué motivo respondió ella así ante mi súplica por justicia divina, cuando veo que un pelele que no estudió tiene un puesto elevado y yo no consigo nada? Simple: hace un tiempo cometí la tontería de decir que me faltaba tiempo para mí, que los papeleos de la escuela y la finalización de las residencias profesionales me estaba robando por completo la vida, y que quería un respiro para retomar mis proyectos en aquel entonces detenidos indefinidamente (llámese blog, novela incompleta, sueños sin terminar, etcétera... pretextos de una fase emo para no querer trabajar).
Hoy, por estúpido y cómodo, noto que tengo más de tres meses detenido indefinidamente "en la banca", esperando la primera oportunidad de la que en un principio renegué, argumentando que necesitaba ese tonto tiempo para mí, el cual en efecto ocurrió, pero no de la manera en que esperaba: siendo una persona acostumbrada a estar hasta el cuello de estrés, terminé acostumbrado a mi cerebro a trabajar a marchas forzadas, por lo que al tener el exceso de tiempo libre que da 24 horas libres de todo y de todos simplemente colapsó. Dejé de pensar, de tener las ideas que antes clamaban por el momento justo para ser escritas, de describir esos paisajes y situaciones que me pedían llegar a ser creados. Triste pero cierto, y la prueba está en la poca actividad de este blog: la magia (si es que hay alguna en mí) se extinguió, dando paso a un tedio tremendo, que no ha hecho más que intentar romperme la cabeza desde el interior.
Hoy, las palabras de mi madre entraron en un extremo de mi cerebro y lo sacudieron desde adentro, dándome a entender por fin el significado de una frase tan simple, que tal vez consideremos algunos sin gracia, pero que es cierta.
Ya saben, si a algo hay que tenerle miedo... es a tus deseos, algún día se pueden hacer realidad y mostrarte la cara que no vislumbraste en un principio.

PD: Esta es una entrada corta para no perder la costumbre, y para advertir al mundo sobre un mal tan grande. Me agradeces luego, o me llamas para poder decirte "te lo dije".,

Trastornos de medianoche

Hace algún tiempo solía decir que era un poeta... palabras más, palabras menos, bueno o malo, más propiamente era alguien a quien le gustaba escribir en versos un tanto amorfos (e ignorantes de muchas de las reglas que dictan la forma de la poesía). De igual forma, ¿Qué más daba? Nadie más podía ver mis desvaríos sino unos cuantos valientes que me decían "¿Qué rayos haces escribiendo todo el día en ese cuaderno?". Eran mis pensamientos y de nadie más, indiferentes a las opiniones ajenas y a las no ajenas también, simple y llanamente mi punto de vista de algo, en ese preciso momento, impreso para la posteridad.
No voy a contarles cómo comenzó, pues de eventos personales están llenas las redes sociales. Lo único destacable, y que recuerdo claramente, es que fue por lo que a muchos los lleva inevitablemente a escribir: el desamor. Ese triste y muy extendido sentimiento que nos llega a todos alguna vez, más que nada en la época de la adolescencia (bendita edad en la que sentimos a flor de piel y confundimos una calentura con el más profundo y enloquecido amor). Bien, no soy el primero al que le pasa ni seré el último, todos nos sentimos poetas porque podemos transcribir sentimientos en un papel, pero encontré un pequeño punto en el que creo yo haber pasado al poeta aficionado promedio... no digo que llegué a grandes alturas, pero al menos sí me despegué del suelo.
¿Con qué? Simplemente porque dejé a un lado el sentimentalismo del desamor, tan sobre explotado por las canciones populares, los programas basura de televisión y comencé a observar mejor mi entorno, a encontrar otros sentimientos igual o más grandes que el a veces simple "no me quiere y ya no quiero vivir". Fue así como nacieron a partir de ese punto otros poemas, a mi punto de vista mejores que los otros, pues iban más allá de ser íntimos, abarcando a otras personas y situaciones que no siempre son observadas por las personas.
¿Pero por qué razón estoy pensando esta noche en ello? Simple: tengo unos días falto de inspiración (creo que se ha notado en la falta de entradas del blog, luego de la enésima promesa de que lo haría con cotidianidad). Entonces me puse a evocar momentos de mi vida en los que las palabras me salían hasta por los codos, en los que podía crear una historia a partir de una piedra en el suelo, donde mi inspiración de verdad tenía un motivo para existir. Muchos de esos momentos fueron en la escuela o en los trayectos a ésta, cuando tenía problemas personales, escuchaba problemas ajenos u observaba simplemente personas pasando por el camino, cada una con una historia diferente que contar. Tal vez no las conocía todas, pero interpretar sus semblantes o escuchar una parte de ella me daba suficiente motivo para comenzar a divagar, a imaginar mundos, personas y eventos... todo aquello en lo que era tan feliz y me perdía de la realidad por un instante, volviendo a ella con los ánimos renovados y unas fuertes ganas de seguir.
Por algún extraño motivo, esta noche, y desde hace varias ya, me encuentro evocando esos momentos con nostalgia, esperando que un dejo de esa magia saliera del recuerdo y volviera a una vida dominada por la rutina y la ausencia de personas pasando... es curioso, pero la completa soledad que supuestamente gusta a los escritores a mí me llena, me parece tan carente de ideas, tan llana, más propiamente dicho. Desgraciadamente, algunos tenemos lo que no pedimos, y ese es mi estado ahora... recostado en una cama esperando a que una misa caprichosa se decida a volver a mi presencia, cosa que, u olvidó como hacerlo o tal vez es que ya está muerta. Culpo de su muerte al tedio de una vida peculiarmente complicada de un tiempo para acá.
En fin, mientras la situación siga así, no sé qué tanto avance en mi carrera literaria, si es que existe alguna, lo único seguro es que no habrá muchas novedades durante este tiempo, pues si bien no soy un artista en toda la extensión de la palabra, sí tengo el temperamento de uno... cualquiera que me conozca podrá corroborar esto.
Mientras, para matar el exceso de tiempo libre y las ganas que tengo de escribir pese a la situación, escribo historias sin final que tal vez jamás vean uno materializado, ¿Pero qué más da? En este momento la mayoría de las cosas en mi vida no están materializadas... triste pero cierto, y aunque suene a esas entradas "emo" que suelo evitar.
Me despido por hoy, aburrido y cansado del tedio... sin más que escribir que mis quejas sin gracia por lo pronto.

El camino de la cruz


Hace tiempo perdí el camino. Una fe supuestamente cimentada desde la niñez en las enseñanzas de una iglesia que de pronto dejó de complacer mis sentidos y se tornó en una carga molesta de pronto desapareció, se perdió entre los pensamientos de una vida que no permite segundas oportunidades, que te exige darlo todo incluso cuando las fuerzas flaquean y la poca cordura que te queda sólo sirve para intentar despertar y seguir con la rutina, cuando el futuro se vuelve en un simple mañana que es igual que hoy, y peor que ayer.
Ahí, en ese mar de sensaciones peculiares y muchas veces incomprensibles, he de admitir que llegué a perder la fe en ese mismo Dios que tantas veces me ayudó a realizar tantas cosas, a salir adelante de mis predicamentos con una oración... más que un padre, un amigo que me acompaño en cada paso y que me mostró el camino por el que andar cuando todos los demás me daban la espalda. Lo irónico de todo esto, es que cuando más problemas tenía en mi vida, quién le dio la espalda fui yo. No me siento capaz de dar los detalles exactos, pero llegué a renegar de todo aquello que me ayudaba, convencido que no era el camino correcto para lograr mis ideales, ¿Pero cuál lo era entonces? Me estaba adentrando por gusto propio en una selva oscura de la que no podía salir con Su infinita luz, menos a oscuras con mis pensamientos insanos y la razón corrompida. Así de ilógico se convierte el pensamiento cuando los problemas nos aquejan e intentamos salir adelante con nuestros propios pies mortales.
Pues bien, navegué un corto tiempo alejado de su mano, hundiéndome en el lodo de todo aquello que jamás creí siquiera imaginar, pasando por tantas situaciones a las que una vida medianamente decente como la mía no aspiraba ver nunca, pero que tuve que enfrentar sin más remedio, deambulando sin rumbo e intentando respirar cuando el mismo aire me envenenaba. Fue horrible, fue cansado y fue desconcertante, pero me negaba a volver a mi antigua pasividad, ¿Por qué? Seguramente por necio, pero más que ello porque no había visto resultados inmediatos a mis problemas acompañado de Dios, y quería verlos en soledad.
Siempre he sido una persona que no puede dejar sus problemas en otros, que debe sentir que participa en los cambios y que aprende de ellos para mejorar. Me cuesta admitirlo, pero ni siquiera a Dios me gustaba dejarles mis problemas por completo, pues estoy consciente que muchas veces no son tan grandes como los de otras personas, que yo mismo puedo con ellos si me doy el tiempo y las ganas... pero creo que me equivoqué.
Avanzando en lo que llamé entradas atrás "proceso de maduración", el día de hoy tuve una extraña revelación o algo así... aquello que necesitaba para decir abiertamente que he decidido regresar a la mano de Dios. Todos tenemos una manera en que nos entran las cosas, y en mi caso fue un tanto peculiar: mediante una canción, una hermosa canción que me hizo comprender que todos necesitamos de esa fuerza superior, de ese padre amoroso que nos toma de la mano y nos quita la carga de nuestra vida sin importar el tamaño, sin juzgar si es grande o pequeña, y se la echa a cuestas para que podamos caminar libres de su mano por la vida.
Aprendí que para Él no existe hijo menos importante o palabras necias, que escucha todo lo que decimos y atiende a todas nuestras peticiones, pero que no en el tiempo que se lo pedimos. Que cuando ocurre aquello que nuestro ruego pedía evitar no es culpa de Él ni de ti, sino de la vida misma y del libre albedrío que nadie controla, y que un pecado no es tan malo si eres consciente que tú mismo eres un pecador y ya te tocará estar en el banquillo de los acusados. Entonces llegué a la conclusión de que la vida te enseña muchas cosas, pero la soledad te enseña más, y que el camino de la cruz no es una vía de sufrimiento, sino el diario caminar por el que tenemos que seguir sin remedio, no con dolor ni con alegría, sino con la simple determinación de seguir viviendo.
Hoy tomé la decisión de regresar y me encontré de nuevo con mi amigo, sentado esperándome con paciencia sobre el suelo. Me conoce, sabe que tarde o temprano volvería con la cara llena de fango y las lágrimas en los ojos, pediría una sincera disculpa y me tendería a disculparme a sus pies. Pero Él no es alguien que acepte esa clase de conductas, y levantándome del suelo ha limpiado mi rostro, tomado mi mano, y con una sonrisa ha levantado mi pesada carga del suelo y se la ha echado a cuestas.
Hoy comienzo a caminar de nuevo a su lado por ese mismo camino que dirige a la cruz, donde la vida sigue siendo un reto, pero a su lado es más tranquila y feliz. Soñé de nuevo con una realidad más dulce, tal vez más que los sueños en los que me refugio, y tengo la firme idea de que llegaré a ella alguna vez.
Gracias Dios mío, por ser de nuevo parte de mi vida.