1. Beldad De Grandes Ojos Negros.
Caminaba despacio, buscando entre los pasillos de esa escuela algo de familiaridad, aunque no hubiera estado nunca. Entonces la vio acercarse. No recordó mujer más hermosa en su vida, con su largo cabello negro y esos enormes ojos destellantes. No necesitó un pretexto para acercarse, robarle un par de palabras e indagar su nombre. No lo dijo, sino solamente —me dicen Zen... —. Los minutos se volvieron horas, y él pudo sentir algo naciendo en su pecho. Hubiera sido amor, sino escuchara de su boca salir.
—Tengo novio.
El mundo se le vino abajo en un instante, pero no podía apartarse de esa beldad, cuya voz calmaba sus dudas, repitiéndole de espaldas que no sería suya. Una hora fue poco tiempo, y ella decidió marcharse. Una despedida con un suave beso a la mejilla fue dulce, pero más dulces fueron las últimas palabras que le dijo, antes de desaparecer.
—No había conocido un chico más dulce que tú, podríamos tener algo grande.
Odiaba admitirlo, él no era de esa manera, pero en el comentario, encontró esperanza, por encima del enamorado que, sin conocerlo, ahora tenía por enemigo.