El camino de la cruz


Hace tiempo perdí el camino. Una fe supuestamente cimentada desde la niñez en las enseñanzas de una iglesia que de pronto dejó de complacer mis sentidos y se tornó en una carga molesta de pronto desapareció, se perdió entre los pensamientos de una vida que no permite segundas oportunidades, que te exige darlo todo incluso cuando las fuerzas flaquean y la poca cordura que te queda sólo sirve para intentar despertar y seguir con la rutina, cuando el futuro se vuelve en un simple mañana que es igual que hoy, y peor que ayer.
Ahí, en ese mar de sensaciones peculiares y muchas veces incomprensibles, he de admitir que llegué a perder la fe en ese mismo Dios que tantas veces me ayudó a realizar tantas cosas, a salir adelante de mis predicamentos con una oración... más que un padre, un amigo que me acompaño en cada paso y que me mostró el camino por el que andar cuando todos los demás me daban la espalda. Lo irónico de todo esto, es que cuando más problemas tenía en mi vida, quién le dio la espalda fui yo. No me siento capaz de dar los detalles exactos, pero llegué a renegar de todo aquello que me ayudaba, convencido que no era el camino correcto para lograr mis ideales, ¿Pero cuál lo era entonces? Me estaba adentrando por gusto propio en una selva oscura de la que no podía salir con Su infinita luz, menos a oscuras con mis pensamientos insanos y la razón corrompida. Así de ilógico se convierte el pensamiento cuando los problemas nos aquejan e intentamos salir adelante con nuestros propios pies mortales.
Pues bien, navegué un corto tiempo alejado de su mano, hundiéndome en el lodo de todo aquello que jamás creí siquiera imaginar, pasando por tantas situaciones a las que una vida medianamente decente como la mía no aspiraba ver nunca, pero que tuve que enfrentar sin más remedio, deambulando sin rumbo e intentando respirar cuando el mismo aire me envenenaba. Fue horrible, fue cansado y fue desconcertante, pero me negaba a volver a mi antigua pasividad, ¿Por qué? Seguramente por necio, pero más que ello porque no había visto resultados inmediatos a mis problemas acompañado de Dios, y quería verlos en soledad.
Siempre he sido una persona que no puede dejar sus problemas en otros, que debe sentir que participa en los cambios y que aprende de ellos para mejorar. Me cuesta admitirlo, pero ni siquiera a Dios me gustaba dejarles mis problemas por completo, pues estoy consciente que muchas veces no son tan grandes como los de otras personas, que yo mismo puedo con ellos si me doy el tiempo y las ganas... pero creo que me equivoqué.
Avanzando en lo que llamé entradas atrás "proceso de maduración", el día de hoy tuve una extraña revelación o algo así... aquello que necesitaba para decir abiertamente que he decidido regresar a la mano de Dios. Todos tenemos una manera en que nos entran las cosas, y en mi caso fue un tanto peculiar: mediante una canción, una hermosa canción que me hizo comprender que todos necesitamos de esa fuerza superior, de ese padre amoroso que nos toma de la mano y nos quita la carga de nuestra vida sin importar el tamaño, sin juzgar si es grande o pequeña, y se la echa a cuestas para que podamos caminar libres de su mano por la vida.
Aprendí que para Él no existe hijo menos importante o palabras necias, que escucha todo lo que decimos y atiende a todas nuestras peticiones, pero que no en el tiempo que se lo pedimos. Que cuando ocurre aquello que nuestro ruego pedía evitar no es culpa de Él ni de ti, sino de la vida misma y del libre albedrío que nadie controla, y que un pecado no es tan malo si eres consciente que tú mismo eres un pecador y ya te tocará estar en el banquillo de los acusados. Entonces llegué a la conclusión de que la vida te enseña muchas cosas, pero la soledad te enseña más, y que el camino de la cruz no es una vía de sufrimiento, sino el diario caminar por el que tenemos que seguir sin remedio, no con dolor ni con alegría, sino con la simple determinación de seguir viviendo.
Hoy tomé la decisión de regresar y me encontré de nuevo con mi amigo, sentado esperándome con paciencia sobre el suelo. Me conoce, sabe que tarde o temprano volvería con la cara llena de fango y las lágrimas en los ojos, pediría una sincera disculpa y me tendería a disculparme a sus pies. Pero Él no es alguien que acepte esa clase de conductas, y levantándome del suelo ha limpiado mi rostro, tomado mi mano, y con una sonrisa ha levantado mi pesada carga del suelo y se la ha echado a cuestas.
Hoy comienzo a caminar de nuevo a su lado por ese mismo camino que dirige a la cruz, donde la vida sigue siendo un reto, pero a su lado es más tranquila y feliz. Soñé de nuevo con una realidad más dulce, tal vez más que los sueños en los que me refugio, y tengo la firme idea de que llegaré a ella alguna vez.
Gracias Dios mío, por ser de nuevo parte de mi vida.

Nueva vida, nueva cara, nueva era


Esta es la enésima vez que lo digo: ésta es la definitiva. Luego más de un año entre divagues y curiosidades que a nadie le importan, este blog ha transitado en una pasividad un tanto castrante que me hizo replantearme en un par de ocasiones qué diablos hacía con este espacio sin utilizar (otro nombre desperdiciado, como tanto me quejé en inicios del lugar).

Pero bueno, no estoy aquí para volver a decir: "juro por Dios que no vuelvo a abandonarte, fruto de mis entrañas", porque ya me aburrí a mí mismo con el cuento de no terminar. Lo que sí quiero decir es que le quiero (y me quiero) dar otra oportunidad con el blog, ya que descubrí que la vida no es igual luego de tener un lugar donde quejarte, ¿Y qué mejor si alguien los pudiera leer por casualidad? Admitámoslo, a todos nos gusta que nos hagan caso.
Pues bien, como pudieron observar aquellos que han entrado un par de veces antes, notarán que el blog sufrió su tercer cambio de imagen durante su vida, uno que me ha parecido especialmente lindo y elegante, y con el que espero demostrar que todavía queda Lunae Clarum para un rato, y que las entradas tendrán un poco más de sentido... eso último mejor no, sinceramente no creo hacerlo.
Esperando que sea de su agrado, declaro que hoy iniciamos una nueva época en el blog, con más constancia, consistencia y consciencia, un periodo azul, podríamos llamarlo... porque el blog ahora es azul y porque me da la gana.
Espero verlos por aquí más seguido, y que me vean a mí también.

Proceso de maduración


Un amigo me dijo una vez que había tenido “un proceso de maduración de dos días”. Admito que en primera instancia me pareció una soberana estupidez, en primer lugar porque es imposible aprender en cuarenta y ocho horas lo que no había aprendido en años, y en segundo porque lo veía igual o peor que antes de su supuesto proceso. Sin embargo, no pude evitar evocar aquel momento durante esta semana, cuando la vida me puso a prueba con diversos asuntos y situaciones que jamás en toda mi ya-no-tan-corta vida, pensé que pasarían. En una agridulce mezcla de lindos momentos con terribles revelaciones y problemas colosales, creo haber salido avante al día de hoy, dispuesto a seguir con una mejor actitud y una manera distinta de ver las cosas.
Aunque no suelo ser una persona compartida, y no es algo de lo que tenga pensado cambiar, el día de hoy me complazco en compartirles mi propio proceso, no de maduración, sino de un aprendizaje a base de golpes y tropiezos, pero que, ahora que lo veo un poco detrás (si mucho un par de días), reflexiono y decido compartir aquí, en mi pequeño y un tanto olvidado espacio en la nada, los aprendizajes que me dejó esta peculiar semana.
Espero que a alguien le sean de utilidad, tanto como para mí fueron al escribirlos.
  • Cada día, una nueva guerra.
  • Nunca es bueno ser demasiado bueno.
  • No le pidas a la vida la bondad que no eres capaz de dar.
  • Tarde o temprano, cada quién obtiene el fruto de sus acciones.
  • Nadie recibe nada fuera de lo que cosecha.
  • Es preferible sufrir el fuego del infierno que los estragos de la consciencia.
  • Soñar no siempre es lindo, sólo cuando la vida te deja sonreír.
  • Una sospecha no siempre es cierta, pero las evidencias a veces hacen menos visible lo obvio.
  • No siempre se pierde en la derrota, sino que la enseñanza es preferible a un triunfo vano.
  • Cada día es una nueva oportunidad, sea para mejorar, sea para condenarte.
  • Ningún error es fatal, aunque algunos deberían de serlo.
  • Quien cree que su pecado queda absuelto en la ignorancia... es un pecador por partida doble, además de un ingenuo.
  • Jamás deposites toda tu confianza en una sola persona.
  • Piensa en lo que haces y sé responsable de tus acciones, en lugar de hacerlo por pensamientos y acciones ajenas.
  • Hay demasiado por hacer en una sola persona como para desear arreglar la vida a alguien más.
  • La autoestima es como una amante inconstante: solamente está ahí cuando no lo necesitas. Es tu obligación retenerlo en todo momento.
  • Nadie es la mitad de alguien más, tampoco el hueco para llenar un corazón. O se es un complemento o simplemente se es una obsesión.
  • Triunfar no es lo mismo si no tienes con quien compartirlo.
  • La determinación hace al hombre. Sin ella, no eres más que un saco con buenas intenciones que nadie ve.
  • Del dicho al hecho hay mucho trecho… como alardearlo.
  • Nadie sabe lo valioso que eres, solamente tú.
  • Recordar el pasado puede llegar a ser una tortura en ocasiones, ¿Para qué hacerlo?
  • No hay futuro asegurado, así como tampoco mejor oportunidad que el presente.
  • ¿Hacer o no hacer las cosas? En la decisión es donde se decide la verdadera identidad de las personas.
  • El perdón es una palabra, pero las acciones son la verdadera fuente de sosiego para un alma adolorida.
  • Otro verso más que el viento se llevó… ya es tiempo de empezar a dejar de soñar y, de una vez por todas, comenzar a vivir.
  • No es inmaduro el que sigue siendo un niño, así como tampoco es hombre el que se olvidó de reír.
  • Compartir un sueño con alguien más no siempre significa que esa persona sueña contigo.
  • Sabía que la soledad es una mala consejera, por eso hoy he decidido que no escucharé más consejos. A partir de hoy yo decido mi propio destino.
  • ¿Qué para qué continuar? Nunca hay un momento “máximo”. La vida siempre te deparará nuevas sorpresas, buenas o malas, te guste o no.
  • Sobre todo, y ante cualquier afrenta, no te olvides nunca de creer en ti mismo, en lo que eres y en lo que puedes llegar a ser.

PD: Conocidas o no, todas estas frases han sido confirmadas personalmente por mí, así que te aseguro que sirven de algo.

La esperanza de seguir siendo otro


Pensando en lo que fue, en lo que soy y en lo que podría ser, hoy se fue un día más perdido, vagando entre ideas y suposiciones en las que se desperdiciaron las horas. Sé que no volverán, sé que esos planes no encontrarán el momento de cumplirse, pero no hay pausas en este juego, y todo lo que tienes a la mano es la decisión: ¿Pensar o actuar? ¿Ser o parecer? ¿Sentir o fingir? No hay tiempo para segundas oportunidades, y las que lo parecen en realidad son el inicio de algo más, pues cada instante está contado, cada momento es irrepetible y cada vida única.
Si todo esto es así, ¿Por qué entonces mi pensamiento no me deja disfrutar de las contadas y privilegiadas horas que tengo en este mundo? ¿Por qué insiste en hacerme detenerme y pensar en lo que ya perdí, en lo que no recuperaré, y más irónicamente, en lo que sí aproveché? Su crueldad sale de la lógica, pues la consciencia de saber lo que ocurre y no hacerlo es más estúpido que hacer las cosas sin pensar y dejar que el mundo gire y las personas mueran por gusto propio... pero no me quejo, muchas veces he insistido en que el sentido común ha abandonado este planeta, y si no es así, al menos ya me obligué a que lo hiciera de mí.
Sin embargo, en la maraña de pensamientos suicidas de tiempo que tuve, hubo uno que hizo que valiera la pena la pérdida, que hizo valer cada segundo desperdiciado de oxígeno, de espacio y de tiempo. No es el descubrimiento más grande de la humanidad, ni siquiera toma en cuenta a otro ser vivo fuera de mi cuerpo. Sí, fue un descomunal desborde de egoísmo, un descarte de la humanidad completa para pensar solamente en mí por un segundo, intentando recuperar una pizca del orgullo perdido tras tantas batallas en el diario caminar.
Porque, he de admitir en este ataque de egocentrismo que mi vida no ha sido sencilla en los últimos tiempos, que la vida decidió darme la espalda por más de doce meses y trastocar todo aquello que consideraba perfecto o inequívoco. Como por arte de magia, las columnas vertebrales de una existencia tranquila se convirtieron en problemas, los apoyos en ausencias y la vida en un fastidio, ¿Pero a quién reclamarle? A nadie, solamente seguir caminando con la piedra a cuestas a la espera de que, si no mejora la situación, al menos que no empeoré más... pero eso siempre puede ocurrir.
Así, sin más, tengo la esperando de seguir siendo lo que era, una persona ajena a la que solía ser cotidianamente, pero que me mantiene tranquilo por el día y me da sosiego en las noches, permitiéndome viajar a la tierra en la que en verdad soy yo mismo, siendo ésta la causa por la que siga entre los cuerdos un día más.
Un saludo a quienes me entienden, y a quienes lo intentan... mis más sinceras gracias.

Soñar con otro ayer


Muchas veces nos encontramos con pensamientos divagantes que nos asaltan a la medianoche, que nos hablan de errores y de súbitas acciones cometidas a la sombra de la expectación, basados en hechos tan banales como evanescentes, pero que demuestran que por una parte seguimos siendo animales, y por otra que el placer seguirá siendo la bandera que rija sobre la razón.
Somos marionetas de sombras que vagan en un teatro diurno donde la oscuridad domina sobre el pensamiento, donde todos esperan tener la razón cuando ésta no es más que un punto de vista, cuando creemos que llegaremos a ser más, cuando nos consideramos perfecto para un mundo que no nos entiende, que nos pide ser lo que no alcanzaremos nunca, pero que en la búsqueda de esto es cuando de verdad vemos el propósito de una vida entregada a una misión, cuando una sonrisa cobra sentido y una lágrima se convierte en la cama donde reposar un alma exhausta.
Hoy tengo ganas de volverme la hoja de un árbol, seca y caída sobre la tierra, y ser llevado por un remolino de polvo a través de una espiral descendente, en un intento de marearme y sentir que los días han vuelto atrás, que los errores no han sido más que golpes sobre una pared aún no se dan y las sonrisas siguen aguardando a ser vistas, a ser disfrutadas por los espectadores de los detalles románticos que hacen de la existencia plena. No hago más que engañarme, pues ni soy hoja ni un remolino me llevará al pasado. Soy un cuerpo flotando a la deriva, un soldado herido en una guerra sin declarar que está cansado tras la victoria y espera que el tibio abrazo del eterno encapuchado tome su vida con la guadaña, llevándolo a descansar según su intención, sin pasado ni futuro, solamente en un eterno hoy que ya no servirá ni como pretexto de oportunidad, porque esta ya fue dada y perdida en una apuesta por el todo... y que perdí sin haber estado presente.
Estoy triste, al borde de mostrar al mundo un rostro demacrado y sin brillo, falto de toda señal de vida y supervivencia, sin el ánimo de sortear los fuertes vientos de la tempestad otro día, falto de un mañana debido a la carencia total de un ayer satisfactorio, negado ante la posibilidad de corregir una equivocación, porque simplemente ésta no lo es, ¿Qué es sino entonces? La ignorancia, esa es la verdadera culpa por la que el presente se convirtió en un grillete, y el látigo sobre la espalda no es otra cosa sino una supuesta consciencia, ajena, pero al fin supuestamente mía.
¿Pero cuál fue el error? ¿Cuál la causa irreparable que me convirtió en un condenado a los momentos de antaño que creía eternos? ¿Cuál el responsable de que mi cuerpo sean sólo jirones de un ropón elegante? Nadie, ni una voz se acerca... todo son reclamos por pedirle al mundo más de lo que puede ofrecer, por sentir que merecía algo que ni siquiera es mencionable... por sentirme un segundo humano.