jueves, 10 de marzo de 2011

Eternidad


Nunca vi el agua irse
en brumoso vaho al infinito,
tan corto como un adiós
y largo como su recuerdo.
Nunca vi el sol morir
en plena flor del verano
con ilusas nubes de tempestad
en su cortejo fúnebre.
Recuerdos de un reflejo roto
al pasado de un futuro ausente,
escarchados con dulce pena
para pan del debido mendigo.
Al cerrar el ciclo rutinario,
muerto como al despertar,
la risa atrapada en la prisión
al valiente hará llorar.
Y aquel trozo de felicidad
que al alma se antojaba eterno
se evaporará en un suspiro
y nunca su dolor tendrá final.