¡Por fin vacaciones! ¿Cómo se la están pasando? Espero que muy bien. Por mi parte, me encuentro dando vueltas por todas partes, buscando y encontrando toda clase de regalos para la familia, siendo que sigo pensando tal y como una de las entradas pasadas (para más información, visitar “En Vísperas”). Pero bueno, no se le puede huir a la “magia de la navidad”, así que dejémonos envolver por el momento y disfrutemos de lo que se nos presenta, ya tendremos cuentas pendientes con la báscula y la cartera el mes que viene, ¿Pero qué más da? La vida es corta y dinero nunca va a haber de todas formas (aparte, de todas formas tenemos que comer).
Pero ya no pienso atacar por lo pronto a las festividades acostumbradas, por lo menos no hoy. En esta ocasión tengo planeado hablar de un tema mucho más delicado, algo que me ha llenado de indignación e impotencia, y que no puedo evitar callar (aunque la prudencia me diga lo contrario, ¡Nadie puede controlarme en mi blog!). Se trata de un caso muy sonado en el país, y del que, como buen mexicano, orgulloso de sus raíces y gobierno (¡Ajá!), me siento parte y, por lo tanto, víctima otra vez de lo que tanto nos vanagloriamos en los medios de comunicación: ese mal chiste llamado libertad.
Pero ya le he dado muchas vueltas al asunto. Hoy, en Lunaeclarum, hablaremos del caso de Rubí, como se le ha nombrado a lo largo de México en diversos medios de comunicación, y que no es sino otro de los muchos actos de completa impunidad que se dan en este lugar del que tanto nos enorgullecemos, pero que al momento de demostrarlo con actos, nos convertimos en un montón de ratas rastreras buscando un par de centavos (¿Se nota el coraje con el que escribo?). Describiendo a grandes rasgos el caso, he de contar que esta muchachita llamada Rubí era una chica que radicaba en Cd. Juárez, Chihuahua (Sí, la orgullosamente ciudad no en guerra más violenta del mundo), de escasos dieciséis años. Pues resulta que a la chava se le ocurrió andar con un jovencito medio junior cuyo nombre no me digné a aprender, mucho mayor que ella, que un trágico día decidió secuestrar a su noviecita y, sin motivo aparente alguno, acabar con su vida y enterrar el cuerpo (no encuentro una razón lógica para semejante acto de salvajismo). Por un tiempo nadie supo del caso, quedando como una simple situación de desaparición, hasta que interrogaron al chavo y éste, luego del interrogatorio, admitió haber asesinado a Rubí, e incluso llevó a la policía al lugar donde la había sepultado, lugar donde, efectivamente, encontraron un cuerpo en descomposición. Hasta aquí todo pinta como un evento justiciero implacable, digno de una novela policiaca gringa… hasta que el gobierno mexicano tuvo que meter su cucharota a lo imbécil. Como ya lo había mencionado, este joven asesino era hijo de cuna adinerada, por lo que no es nada misteriosa la decisión del jurado que llevó a cabo el juicio en su contra hace dos años: liberarlo completamente, siendo que ya había confesado ser el asesino y dar el cuerpo de la niña, bajo un pretexto tan estúpido que solamente ellos creyeron convincente. El caso es que nuestro venerable gobierno puso en libertad a semejante pelele asesino, dejando una familia destrozada y la soberanía del país como papel de baño de esas familias que nos controlan… otra vez.
Pero ese es sólo el inicio de la historia. Luego de su liberación, la madre de Rubí emprendió una campaña de protestas contra los que liberaron al asesino de su hija, y volcando todo el esfuerzo de su vida a ello, consiguió que un nuevo jurado volviera a juzgar a este tipo, ¡Pero resulta que ahora no lo encontraron! ¿Pues quienes pensaban que era? Ya lo habían tenido en sus manos y lo dejaron ir un trío de peleles, no lo iban a encontrar así de fácil. El caso es que hicieron un juicio sin acusado, dándole un montón de años de cárcel a un desaparecido. Esto fue el año pasado, y no dejó conforme a la mamá de Rubí, que siguió con sus protestas, alegando ahora que el chavo era familiar de alguien del gobierno de Chihuahua.
Lo peor del caso vino el pasado jueves por la noche, cuando, durante una de sus tantas quejas en la plaza principal de la capital de Chihuahua, la señora fue vilmente asesinada por un sujeto que, por cierto y según testigos, guarda un enorme parecido con el asesino de su hija, en pleno centro de la ciudad, frente al palacio de gobierno, sin que nadie moviera un dedo. Es algo completamente ilógico, pero fue solamente uno de dos actos que ocurrieron sobre esta pobre familia, de la que ya no queda nada. El sábado, y en otro acto de impunidad total, el negocio del padre de Rubí fue incendiado por alguien, ¿Creen ustedes que haya sido una casualidad? Yo no me trago ese cuento.
Estoy verdaderamente decepcionado, más si cabe, con lo que hemos hecho a este lugar del que tanto nos regodeamos. Cualquier persona con un mínimo de dinero puede disponer de los que menos tiene, jugando con sus vidas como si éstas no valieran lo que la suya… pensándolo bien, las de estos cerdos vale menos, pues un poco de dinero no cambia lo que son en realidad, pero bien dicen, un imbécil no sale en realidad hasta que tiene dinero. Sigo sin entender porque, cada 3 o 6 años, entregamos en bandeja de plata las llaves de nuestras tierras a personas de esta calaña, que dejan que los asesinos anden sueltos, o peor aun, que sean parte de su familia y los sostengan, vengándose de las pobres personas que buscan solamente justicia, ¿Dónde queda la empatía?, ¿Dónde el deber que tienen con el país?, ¿Dónde su sentido común?
Nos siguen vendiendo porquería como oro, y seguimos comprándola bajo lindos anuncios, ¿Pero hasta cuando? Tenemos que comenzar a pensar como personas y no como ganado, decidiendo por nosotros mismos un mejor futuro en común, lejos de esta clase de tonterías, no fomentando una violencia que crece por sí misma, ya sea fuera de la música que vanagloria actos vandálicos, los programas televisivos que nos venden como linda una realidad asquerosa o a esa marioneta que tenemos como presidente, que solamente sabe subir impuestos, pero no hacer algo con actos como este (¿Para qué? No dudo que sea hasta su ahijado).
Me niego a seguir aceptando esta realidad, y sé que no soy el único, pero, mientras nos sigamos escondiendo bajo las faldas de “papá gobierno”, estaremos a la expectativa de perder un ser querido en manos de un chango con dinero y ganas de hacer “algo diferente”. Descansen en paz, Rubí y su mamá... espero que en donde estén encuentren un consuelo y descanso verdadero, de todo corazón.
Sin más por hoy, me despido, esperando mover la consciencia de una sola persona… con eso me doy por bien servido.