Ha pasado el fin de semana navideño, dejándonos en el limbo de siete días previo a la siguiente celebración: el año nuevo. ¿Cuántos kilos han subido? ¿Les trajo ese lindo invento de la coca-cola lo que pidieron? ¿Han intentado dejar de pensar en esas incoherencias? Yo no, hago esas preguntas a todo cuanto felicito (y que le tenga confianza). Pero bueno, he prometido no defraudar a este proyecto personal, y heme aquí luego de tres días de comer como convicto en su última cena, pensando en algo en que escribir... cuando me dije sabiamente, ¿Para qué pensar, si puedes criticar? Así, fue sumamente sencillo elegir el tema de hoy. A pesar de que hace tiempo no brindo al mundo un escrito original, ya sea en prosa o verso, preferí inclinarme por el camino de la malicia, atacando ahora contra otro consentido de la sociedad opioide actual en la que vivimos, esa red social que se ha convertido en la vida social de más de la mitad de la juventud actual, en la que han dejado la parte más importante de su vida al descubierto, para que cualquier morboso pueda verla con un simple clic, ¿Ya sabes de qué estoy hablando? Si tu respuesta es negativa, no puedo evitar pensar que has vivido en una cueva la última década (de hecho, lo más seguro es que ni siquiera estés leyendo este blog por ti mismo, neanderthal).
Facebook es esa pesadilla blanca y lila que fue escalando hasta la cumbre en manos de unos tales Mark Zuckerberg y Dustin Moscovitz, ambos estudiantes de la prestigiosa escuela Harvard de los Estados Unidos (pero eso ya todos lo sabían, ¿O no?). No voy a adentrarme mucho en la historia de esta red social (eso vendrá al caso más adelante). Mi crítica va más bien dirigida a la importancia que ha adquirido últimamente, con ese espectáculo en que viene envuelto ese tema de la Web 2.0, en la que todos podemos poner nuestro granito de arena para hacer crecer la información que viaja por la red, ya sean nuestros pensamientos, tonterías, fotografías normales y comprometedoras, estado de ánimo, intenciones con algún prospecto... en palabras más viles, nuestra intimidad. Todo aquella que hace un tiempo tenían que preguntarnos en persona, ahora está disponible al alcance de una simple condición: ofrece tu información a cambio de la que deseas, perdiendo toda posibilidad de volver a realizar ese pequeño arte tan rico que es una amena plática, ¿Para qué diablos? Podemos dejarle mensajes en su muro, chatear con el/ella/eso a través de una austera ventanita, mensajes privados, enviar invitaciones, retarle a un juego, enviarle una cabra/vaca/cualquieranimaldegranja, etcétera, etcétera, etcétera... son demasiadas las opciones que los dos jóvenes le dotaron a su pequeño monstruo, que crece y se alimenta de todos aquellos que día a día entran en sus redes.
¿Pero adivinan qué? Yo también caí (en unas condiciones algo anormales y poco justas, pero eso ya sería destapar mi privacidad). No me avergüenza decir que tengo una cuenta en Facebook, puesto que superé mi trauma en cuanto noté que todo el que se burlaba de mí terminaba haciendo una cuenta, y peor aún, sumamente prendado a ella. Puedo jactarme, personalmente, de no abrirlo más de una vez a la semana, de conocer en persona al 99.9% de los contactos que acepto como amigos (me extraño tanto ver a esa cosa preguntarme si quería aceptar como amigo a los amigos de toda la vida, o confirmar que mi hermano es mi hermano), y de no utilizar ninguna de sus aplicaciones. Sí, no dejo mensajes en el muro, no uso los juegos ni las aplicaciones, ni siquiera comento fotos... ya sé que están pensando: ¿Para qué &#/$(# tienes un Facebook entonces? Simplemente para que dejaran de preguntarme hasta la saciedad ¿Por qué no tienes uno? Así de simple funciona la cosa, o lo tienes y eres normal, o no y eres un ente subnormal que vivirá soltero hasta que los mayas decidan darle cranck al mundo (inserte a su deidad favorita en el sujeto, si no está de acuerdo).
Una vez fue la televisión, luego fueron los chats de todo tipo, ya fueran anónimos (¿Quién no entró siquiera una vez a Latin Chat?) o el tiempo en que el Windows y el Yahoo Messenger andaban en pañales. Luego hubo un pequeño tiempo en que el mundo lo dominaba esa basofia llamada Metroflog y sus derivados extraños (¿O eso pasó nada más en donde yo vivo?). No sé completo el camino al que se tuvo que llegar para encontrarnos hoy con este servicio, pero de algo estoy seguro: va a durar en irse, pues cada vez cuenta con más cosas, usuarios y promoción, al grado de que los negocios del nuevo siglo no se conciben sin él (no me pregunten la razón, yo no le encuentro la seriedad necesaria para ser considerado como tal).
Una aclaración: no estoy en contra de él. Me da la misma si quieres mostrarle al mundo las partes donde no te da el sol a través de esta red social, o si encontraste a tu media naranja en esa mala imitación de Harvest Moon (cuyo nombre no logré aprenderme), yo simplemente no puedo concebir un mundo falto de privacidad, en el que ya no necesitas apretarte las gónadas para ir hasta una chica linda, y sudando a mares del nerviosismo decirle "¿Tienes novio?"; tampoco me imagino a la humanidad sin tener que mandar lindas invitaciones impresas de casa en casa, o las felicitaciones de cumpleaños que incluyan un abrazo de verdad, o las granjas "de a deveras"... puedo estar hablando blasfemias contra la nueva religión de la humanidad, así que me detengo antes de que venga la nueva Santa Inquisición por este pecador que sigue "humanizado".
Pues sí, estamos rodeados de esto por todas partes, y como si no fuera suficiente, el otro día me encontré con la gota que derramó el vaso: Facebook se va al cine, ¿Cómo diablos? Pues con una muy maquillada biografía de los nerdos creadores. Según leí algunas reseñas (¿Yo? ¿Pagar por ver esa cosa? Prefiero entrar a ver una infantil), la película narra la historia de dos jóvenes Mark y Dustin, en su camino que, cual Dr. Frankenstein, llevó al nacimiento de la red social que hoy te hace babear por más de doce horas. Yo hasta ahora me pregunto: ¿Vendrá en la película incluida la razón por la que esa cosa se adueña de todo lo que introduzcas en ella, pudiendo utilizarlo a su malvada conveniencia? ¿Cuántas personas saben eso? ¿Cuántas de las que lo saben lo siguen usando? ¿Alguien puede enseñarme a ocultar mi correo electrónico en esa porquería? Tengo muchas preguntas, a las que mis adictoamigos pasan de largo diciendo "me vale, está bien chido y ya". Ya los veo formados, dispuestos a despacharse la vida ficticia que se arreglaron sus dos creadores para verse más cool ante la gente, siendo que, en mi humilde opinión y como ya lo expuse, no han de haber sido más que un par de nerds sin mucho pegue ni atención, que en un momento dado decidieron dominar al mundo cual Pinky y Cerebro, dándole a las masas lo que pedían a gritos: algo que les succionara la razón, una vez más, pero de una manera definitiva. Eso no es material cinematográfico, pero si hasta el auto secuestro de Diego Fernandez de Ceballos lo es, puedo tomarlo como argumento para seguir diciendo que la sociedad se está yendo a pique.
Pero tú no te preocupes, disfruta de tu complacencia, comparte todo lo que quieras y haz que tu granja sea la más grande del mundo; algún día conocerás a un(a) chic@ cuyo perfil diga que es solter@, y que acepte jugar a algo, se conozcan en el chat y las cosas se den naturalmente, hasta que se legalice el matrimonio por internet y puedan tener hijos a través del video chat. Entonces podrás preguntarte que hiciste de tu vida, y te acuerdes por un segundo de que tienes la oportunidad de vivir plenamente.
Bueno, cuando critico no mido la cantidad que escribo. Es todo por hoy, espero que les sirva de algo mi opinión, sino, ya saben donde pueden ponérsela (en la sección de comentarios...). Me despido, esperando que puedan hacer espacio en el estomago para la fiesta de fin de año, que pocas veces tiene que pedirle a la de nochebuena...
Saludos, y hasta la próxima.
PD: Suelo usar el Facebook solamente para ver fotografías de salidas con amigos y familia... por si alguien se preguntaba el uso que le daba.
PD2: No me importa si te importa.
PD3: ¡Agrégame en Facebook! (Un poco de sarcasmo no le hace mal a nadie... aunque hoy la dosis fue algo alta).