Aprovechando el poco tiempo libre que me está dando el fin de semestre, el coraje que he ido acumulando debido a varias situaciones ajenas a mí y simplemente porque a todos nos gusta quejarnos, el día de hoy dedicaré la entrada a un concepto muy especial: la sociedad actual, vista del modo más crudo y aterrizado posible, desde mi muy personal punto de opinión y tratando de ser lo menos ofensivo posible (dije tratando, no que así será).
Pues bien, entremos en materia. En nuestro país, como en gran parte del mundo, nos regodeamos en los sucesos pasados y las personas que nos dieron la patria, la libertad y un montón de cosas que supuestamente deben de ser veneradas, salvaguardadas y presumidas a todo naco indecente de otro lugar que no tenga ese glorioso legado. Nos creemos la cereza del pastel porque Hidalgo proclamó que seríamos libres una vez que echáramos a los españoles de "nuestra" amada tierra, que en realidad era de los nativos que ya habían molido a palos años antes, ya que es bien sabido que el querido Padre de la patria era un criollo, en otras palabras, un español nacido en suelo mexicano. Viéndolo así, no nada más tenemos una madre patria ajena, sino también un padrastro extranjero,triste, ¿No?
Me estoy desviando un poco del tema... estos días pasados nos han estado vendiendo todo con la palabra "bicentenario" en cualquier parte. Que la carrera del bicentenario, la estatua al bicentenario, la playera oficial del bicentenario, la bebida oficial del bicentenario, patrocinadores y uno que otro tonto que le quiere sacar provecho a otros peores que él... como ya dije una vez, al pueblo pan y circo, y nuevamente estamos cayendo ante esa declaración, viendo que todos acudimos felices al despilfarro enorme de dinero que el gobierno está invirtiendo en festejos y tonterías que, en teoría, honrarán la memoria de los héroes y nos recordarán a todos la libertad de la que gozamos (¿Libertad? Pero si en esta época ese concepto debería de estar prohibido, sino por ley, mínimo por vergüenza ajena). Por citar un ejemplo, el costoso desfile que se realizó el día 16 de Septiembre en el Distrito Federal, que dicho sea de paso, fue organizado por un extranjero... así sí dan ganas de llenarnos de orgullo, ¡Nuestro festejo, hecho por un extraño!
Considero a México como un país estancado en las viejas glorias (supuestas glorias, si te pones a investigar a fondo, descubres que solamente hubo una batalla ganada en la historia, y es precisamente la que se dejó de festejar por decreto de nuestro presidente anterior: la batalla del cinco de Mayo) . Un lugar que festeja año con año una que otra victoria pasada para ocultar lo verdaderamente importante, aquello que se nos está yendo al tiempo que miramos atrás: el hoy. Tenemos mucho que mejorar, agujeros de los que salir y nuevas batallas que ganar, en las que no hay héroes que den la cara en nombre de los fabulosos valores que nos heredaron, sino un cúmulo de personas temerosas e ignorantes de lo que sucede a su alrededor, en parte por conformismo, en parte por el miedo que se nos ha sembrado con el pasar de los años.
Desde la genial idea de Lázaro Cárdenas de adueñarse de las compañías petroleras, no se ha vuelto a mencionar mucho de la historia mexicana, ¿Por qué? Porque ya no hay nada de que festejar, más bien puras tragedias en las que justificamos el estancamiento actual: el terremoto de 1985, las guerras cristeras, el "innombrable" o la deuda del Fobaproa; meros pretextos para decir "pero salimos adelante", aunque nadie mencione que con los males pasados a cuestas. Igual que aquel célebre personaje de la independencia, el "Pípila", cargamos una pesada loza, hecha de todos los problemas habidos y por haber, en nuestro camino, cubriéndonos de las críticas y aquellos que nos quieren hacer ver la verdad con ella. Lo fulminante de esta historia, es saber que el destino final no es la destrucción de la Alhondiga de Granaditas, sino el ir agregando peso a la mugrosa loza, gracias a que nos negamos a superarnos bajo la bandera de "fuimos grandiosos en las batallas pasadas".
A doscientos años de su declaración, yo no encuentro la libertad de la que tanto se vanagloria en los medios.
Vivimos esperando que no nos maten por accidente al salir de nuestros hogares, dependientes de lo que al presidente se le ocurra "en aras de un mejor mañana", como subir los precios de la canasta básica o los combustibles fósiles (que al fin y al cabo, afectan los costos de todo). Esperamos las pequeñas migajas que al gobierno se le ocurra darnos de lo que a bien pagamos cada inicio del año, ya sea en forma de desfile, fiesta o una inútil estatua que más propia sería para que las palomas hagan sus necesidades. Somos libres, siempre y cuando no irrumpamos en las leyes que modifican día a día para la conveniencia de unos cuantos, irónicamente, para hacer quedar dentro de la ley a las mismas personas que nuestros "héroes" lucharon por sacar del país, como lo hiciera hace cerca de cien años Francisco I. Madero con el presunto dictador Porfirio Diaz (que, en mi opinión, ha sido uno de los mejores presidentes que hemos tenido). Pero bien dicen en algunos lugares, que la manera más fácil de ocultar algo es ponerlo en frente de las personas, pues es una situación por todos sabida, maldecida e incluso hecha comedia, pero al momento de actuar, nadie hace nada.
El resultado de tantas peleas perdidas, decretos escritos y gente muerta fue uno sólo: la cimentación de un gobierno donde el pueblo gobernaría... me parece más posible una utopía que eso. La democracia no ha servido más que para que un puñado de personas con colmillos muy largos escalaran la pirámide de nuestra sociedad y llegaran a un punto donde no pudieran bajar, haciendo uso de la soberanía nacional a su antojo y conveniencia, convenciéndonos y vendiéndonos un comercialismo barato que nos tragamos por conformidad. Más que una democracia, a mi opinión, ya doscientos años de que comenzara el ideal, terminamos convertidos en una idiocracia: donde los idiotas gobiernan.
Ah, pero eso sí, al momento de enaltecer nuestros orígenes, ahí estamos todos diciendo que la raza azteca es una guerrera incansable, que nadie como los mexicanos y que no hay mejor lugar para vivir que en nuestras hermosas tierras... ¿Por qué no hacer algo para que este vericueto fuera verdad? Es cuestión de actitud, de querer en verdad cambiar y hacer algo, si no por la sociedad, por ti mismo, y por el legado que dejarás aquí al marcharte. Yo considero que esto es un cambio individual, una convicción personal de querer ser mejor persona, para que el de al lado lo sea también. Así, tal vez un día cumplamos con lo que nuestro padre extranjero de la patria quería: un país de ataduras, porque seguramente el no tenía pensado liberarnos de España para terminar siendo esclavos de nuestra propia gente (o tal vez sí, la verdadera historia de don Miguel Hidalgo va más allá de lo que los libros de historia nos enseñan tiernamente... pero ese no es el punto).
Sé que esto no servirá de mucho, las palabras se las lleva el viento (en este caso, no pasa de que Lunaeclarum colapse de manera trágica), pero espero que al menos haga pensar a aquellos que de verdad sientan algo por su país, y que quieran, sino ser los próximos héroes de la patria, mínimo un lugar donde no se escuchen disparos cada día o los precios crezcan mientras el tamaño de los productos disminuye (juro que hubo un tiempo en que los cheetos eran mucho más grandes y costaban solamente un peso). Espero que, la próxima vez que acudas a votar (si lo haces) pienses en el bien de México, no en que gane tu partido de siempre o en aquel que te prometió una despensa cada cierto tiempo. Considero tantas oportunidades, tantas buenas personas que podrían estar llevando este barco a un mejor destino... pero los que están arriba de la pirámide son los que se turnan el timón.
No espero que el país se levante en armas otra vez (aunque sería algo irónico: otra batalla luego de otros cien años). Más bien espero que ahora levante su mente y piense en hacer las cosas para todos, incluyéndose (porque, aunque no se busque el beneficio personal inmediato, una mejoría general beneficiaría a cualquiera). Seamos egoístas, no como personas, como país, pensemos por una vez en lo mejor para nosotros, para dejar de ser la idiocracia en la que nos convirtieron, para ser una auténtica democracia, un gobierno donde el pueblo exija al gobierno, no al revés.
Sin más que desahogar, y esperando sembrar una pequeña inquietud en quien lea esto, me despido hasta otra ocasión, deseándoles lo mejor.
PD: ¡Feliz día del Ingeniero Químico!
PD2: Lunaeclarum no está afiliado a ninguna organización política ni quisiera estarlo.
PD3: Come frutas y verduras... no las mentiras que aparecen en televisión.