Las vacaciones proporcionan mucho tiempo libre, más que el que muchas veces quisiera tener. En un principio, vi esto como una posibilidad para entregarme a los propósitos que la escuela no me permitía (o la distracción, el cansancio, la flojera, etcétera). Inexplicablemente, pronto descubrí un principio básico que hasta el momento me había pasado inadvertido: entre menos haces, menos quieres hacer. ¿Cómo puede ser esto posible? Fácil, el tiempo se pasa volando mientras tú no piensas en nada, lo que repercute en flojera, y flojera a largo plazo se convierte en días inútiles. De un modo u otro, las vacaciones se escurren como agua entre las manos si no las aprovechamos de alguna manera.
Pensando en ello, el otro día decidí tomar un libro. Hacía mucho tiempo que lo había leído, y no estaría de más darle una hojeada, pues los buenos libros pueden ser vistos más de una vez (precisamente ese es el encanto de un buen libro: no te aburre tan fácilmente). Así fue como me vino a la mente una idea que ya tuve hace mucho tiempo, pero que por azares del destino la olvidé: crear un rincón de lectura en el blog, a fin de fomentar un poco la lectura bajo las recomendaciones de su servidor (¿De quién más creías, ingenuo?).
Para no hacer la historia muy larga, hoy pretendo hablarles del libro que me encontré, del modo en que, en lo posible, se les antoje echarse un clavado para buscarlo y pasar un buen rato olvidados de este mundo. Estoy hablando de un clásico, uno de esos libros que basta su nombre como sello de garantía de que será algo más que letras hiladas. No sé si sea conocido (personalmente, no había escuchado del autor hasta que me fue obsequiado este libro... creo en un cumpleaños), pero si me preguntaran por él, lo recomendaría con creces, en especial para los que habitamos en este país con tan "especial" modo de manejarse (aunque hay muchísimos otros con los mismos problemas, por lo que no importa mucho). ¿Tienen una idea de lo que estoy hablando? ¿Les gustaría que me deje de tonterías y diga de una buena vez el nombre de dicha historia? Pues, sin más preámbulos, démosle una revisada a Rebelión en la granja, de George Orwell.
De nada más escuchar el título, yo pensé que se trataba de una fabula tonta que te enseñaría los valores básicos por medio de una burda situación que ya todos conocemos, otra historia de animales parlantes, pues. Nada más distante de la realidad. Comencé leyendo el prólogo, y me fui leyendo la biografía y gustos personales del autor en cuestión, los cuales encontré algo atractivos y que precisamente me iría encontrando algunos a lo largo de la obra que tenía entre manos. Luego paja y más paja, sobre lo que el tipo quiso decir y lo que no, algunos detractores que tuvo e incluso de que se murió el Sr. Orwell. Triste e inútil, así que me dispuse a leer, ahora sí, lo que era la historia.
En una trama que se queda entre corta y larga, la historia (sin dar muchos detalles para no arruinarla) trata, como el título lo dice, de una granja, ubicada en algún punto de Inglaterra, en la que un viejo cerdo tuvo un sueño de libertad en la que los animales se libraban de la mano opresora del hombre, y creaban un país donde reinarían sobre sus propias vidas, alimentándose y trabajando para su propio bien, y no el de los parásitos humanos, cuyo único fin era el de explotarlos y darles una vida de miseria. Sus palabras siembran un ambiente de duda, y la duda lleva al grupo a organizarse para llevar a cabo una rebelión, un evento sin precedentes para expulsar al hombre del campo que ellos trabajaban, y del que solamente ellos merecían obtener ganancias. Pero no todo es así de simple, pues una vez que los humanos son expulsados con éxito, viene entonces la imperiosa necesidad de establecer un orden, algo que les indicara el camino a seguir para no decaer de nuevo en las manos de sus enemigos, y más propiamente, para sobrevivir.
Aquí entra en la trama un papel que debemos tomar en cuenta: el del cerdo. Los cerdos se consideran dentro de la obra como los seres más inteligentes, los que toman en sus pezuñas el control de la granja una vez que los granjeros fueron expulsados, aunque en realidad fueron simplemente dos, de nombres Napoleón y Snowball. Ambos se convierten en los líderes totales de la denominada Granja Animal, aunque cada uno manteniendo posturas contrarias en cuanto a todo. Llegado a este punto, es inevitable hacer comparaciones entre la supuestamente infantil historia de Rebelión en la granja y la vida real. Ambos cerdos representan lo que vienen siendo los partidos políticos, facciones que siempre dicen querer el bien común, pero nunca lo buscan en conjunto. Mientras que uno alegaba que las prioridades eran la comida y el trabajo, otro buscaba la innovación de la granja a través de nueva maquinaria. Así de simple, y de una en una, la historia nos va envolviendo en una historia política que poco tiene de infantil si la vemos detenidamente.
Se ha dicho en innumerables ocasiones que Orwell dedicó esta obra como una escenificación de la revolución rusa, en la que el viejo Mayor (el cerdo que incitara a los demás animales a levantarse en armas) era una clara alusión a Carlos Marx, cuyos sueños incitan a los pobres y desvalidos a buscar una mejor calidad de vida. Por otra parte, Napoleón (que llegaría a convertirse en prácticamente el dictador de la granja, conforme pasa la obra) es la representación animal de Josef Stalin (además de que su nombre guarda una estrecha relación con aquel personaje de la revolución francesa, ¿Te acuerdas de su nombre?). Snowball, el cerdo inteligente e idealista que siempre busca soluciones para su nuevo hábitat, es un León Trotsky revivido. Hay otro cerdo importante en la obra, un pequeño gordo de nombre Squealer, quien es en realidad un personaje muy importante en la trama, pues es el que se encarga de dar toda clase de noticias a los animales, a los que creen estúpidos y manejan la verdad de una manera "conveniente" (para ellos). Se dice que Orwell se basó en el periodico Pravda para crear a este personaje.
Esos son solamente algunos de los simbolismos usados en esta fabula, que nos muestra claramente el funcionamiento de la mente en cuanto a asuntos de poder. Los cerdos idean una revolución buscando libertad, pero una vez lograda, van alterando los valores de esa misma libertad a su conveniencia, paso a paso, hasta terminar convirtiendo la Granja Animal en un país donde ellos mandan cual humanos. Llegan a extremos insospechados, convirtiéndose ellos mismos en burdas imitaciones de personas, cayendo en los mismos vicios y errores que los hicieron revelarse en un principio, pero manejándolos de una manera que los hiciera ver mejores, comparándose con el pasado oscuro (que ya muchos animales no recordaban, pero igual temían). Es simplemente un círculo inevitable (e innegable) de esta vida.
Orwell señala a los cerdos como seres inútiles, que no aportaban nada a la granja desde un principio, un simbolismo perfecto para convertirlos en los nuevos humanos. Utiliza a las ovejas como seres estúpidos que solamente repiten lo que se les dice. Ve a los caballos como nobles fuerzas de carga que se convencen fácilmente de lo que sea y que no renegaran por nada. Incluso hay un personaje que encarna perfectamente el papel de la religión en este idilio político, un cuervo que habla incesantemente de un lugar mejor al que se va al morir, y que, aunque moleste a los cerdos su presencia, le permiten quedarse sin realizar trabajo, meramente porque mantiene entretenidos y esperanzados a sus ya prácticamente esclavos.
Como pueden ver, se trata de una obra bastante completa. Personalmente le pondría un 8.5 de calificación, ya que cuenta con todo para hacernos pasar un buen rato, es de fácil digestión y no requiere de más de unos tres días para dar con un digno final que, aunque se espera desde un principio, es aún emocionante leerlo y comprender una pequeña lección al respecto. Creo que podemos aprender algunas cosas de este libro, especialmente que no hay que dejarse manejar por los cerdos que se creen sobre nosotros, y que toda búsqueda de libertad conlleva el riesgo de una nueva esclavitud.
Como bien dicta el prólogo de Charlotte Broad, el manejo de la historia se basa en un principio básico y sucio del ejercicio político: "Llevar a los demás a preferir lo malo de entre lo peor". Es el papel de Squealer, que altera la información y los números sabiamente, inflando a los animales la mente de buenas cosas, para que olviden que sus estómagos están vacíos y que trabajan sin cesas (¿Has visto eso en alguna parte? ¿Qué en todos los días de tu vida? Yo opino lo mismo).
Espero el día en que ocurra nuestra propia "Rebelión en la granja" en este país, y podamos finalmente sacudirnos de esos seres que se sienten encima de nosotros. Solamente tengo fe en que los cerdos que nos encabecen no terminen de la misma manera.
Me despido, esperando que hayan pasado un rato agradable... y que al menos le den una oportunidad al libro o a cualquier otro, el caso es nunca dejar de aprender.