Como el título menciona, estaba hace poco perdiendo el tiempo sobre la nada, divagando entre un tema y otro ante la almohada, pensando en si era mejor el negro o el blanco. Nada. Nada llegaba a mi mente, excepto la sensación de inutilidad que a todos nos da de repente por el simple hecho de no aportar algo al mundo. Fue entonces cuando vino a mi mente una idea absurda, pero no menos que las de las grandes mentes que han moldeado el mundo actual a su antojo. ¡Sí! Había encontrado un propósito en la vida, algo que cambiaría la vida de miles y propagaría la felicidad mundial como pólvora, acabaría con el hambre y curaría la cruel comezón en la nariz que lo ataca a uno mientras tiene ocupadas ambas manos. Los milagros saldrían por las puertas y ventanas, y no habría un sólo niño triste sobre este cochino planeta... ¿Ya saben la grandiosa idea que se me ocurrió? Estaba en el camino de iluminación, con rumbo a crear mi propia religión.
¿Por qué no lo había pensado antes? En toda mi vida no ha habido una religión con la que me sienta plenamente identificado por más de un mes (todas presentaban el clásico periodo de "¡Oh, por Dios! Aquí debe estar la verdad... y luego mágicamente se esfumaba). En ese momento la respuesta me atravesó como un relámpago cayendo desde el cielo, pidiéndome a gritos que comenzara una cruzada contra la burla en que se ha convertido el mercado religioso actual. Ya me veía, arrasándolos con poderosos sermones de 35 horas que no llegarían a nada, pero que provocarían en la gente efectos devastadores y milagrosos. Ya lo podía ver: minusválidos levantándose de sus sillas y jugando maratones, ciegos admirando los bellos colores del mundo, mexicanos ganando el mundial... sería perfecto, y con ese toque de mercadotecnia que tienen mis demás competidores. Además, tomando en cuenta que a todas las demás les han salido errores conforme pasa el tiempo, una opción nuevecita y sin errores humanos sería inmaculada, libre de toda culpa, error o violador en potencia (porque eso sí, si crees que entrar al seminario es duro y que no cualquiera se atreve, ya verás lo que se sufriría para ser un emisario de mi congregación).
Primeramente pensé: ¿Nomás por mis polainas puedo inventarme una religión? Para resolver tan dura cuestión me remonté al año de 1517, el día en que Lutero colocó las celebres 95 tesis en la puerta de la iglesia del palacio de Wittemberg, desembocando finalmente en la creación de los pretextos que separaron la iglesia en sabrá Dios cuantas religiones, ya fuera porque no les gustaba la forma de mirar el papa, lo que se le ocurría escribir cada cierto tiempo o un montón más de ridiculeces que sinceramente no veo productivas (aunque, a decir verdad, en algunas cosas fue evidente la superioridad que se fueron adjudicando los distintos papas, pasando de vicarios de Cristo a representantes de él en la tierra, la mínima diferencia de la humildad a la divinidad). Si Lutero, basado en su inconformidad, causó tantos problemas y fundó su propia religión (a mí no me engaña, lo que quería era casarse...), yo puedo fundar la mía. Paso uno resuelto.
Lo segundo que vino a mi mente fue, como mencioné anteriormente, un paso básico de la mercadotecnia: ¿Quién compraría mi producto? (tengo que mencionarlo de alguna manera). Lo medité cerca de cinco segundos, luego cambié la cuestión a ¿Quién no compraría mi producto? Durante muchas entradas he analizado la manera de pensar de la sociedad respecto a distintos objetos y situaciones, lo que me sirve de respaldo para asegurar que, si estoy vendiendo opio auditivo y milagros de puerta en puerta, es irresistible para las personas de este mundo no dejarse llevar... disculpen, replantearé mi hipótesis: a la sociedad le gusta lo que le dan los medios de comunicación a todas horas, lo que hablan los predicadores de cualquier índole sobre el fin del mundo y el amor fraternal, incluso los regaños y castigos de un dios que ve todo lo que haces y que te pateará el trasero por el resto de tu vida (perdónenme, pero eso no es un dios). Si le damos a la sociedad lo que le gusta, en forma de salvación, con un mensaje bonito y uno que otro mandamiento absurdo (lo que sea para distinguirnos de los demás), será un éxito seguro, proporcional al alcance de la propaganda. Punto dos, asegurado.
Tercera y última parada en nuestro camino a la iluminación: El mensaje. Necesitaba algo novedoso, no visto antes por los eruditos en la materia, algo que me distinguiera de las demás opciones y que, al verlo, te hiciera decir "Yo quiero ser parte de ese rebaño", para que luego yo te dijera "No eres una vaca, y este no es rebaño, menso"... perdón, me distraje (primera regla de la nueva religión: si no sabes distinguir una metáfora de lo real, ni se te ocurra presentarte). Necesitaba un llamado poderoso, ya fuera en forma de un flamante libro de chorrocientas hojas, un profeta salido de la nada o el testimonio de nuestra primera santa... no, eso último no, no confío en otras personas... ni en los santos tampoco. Estaba por echarme para atrás llegado a este punto, cuando tuve un momento súbito de iluminación: ¿Para qué buscar un mensaje en el mundo, si podía inventarlo? ¡Eso era! No sería el primero ni el último, y tomando en cuenta la infinidad de errores cometidos por mis precursores y que han sido pasados por alto, es más que confiable decir que podría adjudicarle poderes mágicos a una cabra y más de un centenar se lo creería... pero no ha llegado el día en que se me alebresten tanto las neuronas, así que decidí aterrizar mis teorías, basándolas en las de otras iglesias, pero eso sí, con un toque diferente que me diera originalidad y a la vez algo de sentido. Los puntos quedaron de la siguiente manera:
- Si en la religión mormona te prohíben tomar café bajo el pretexto de que lo creen una droga, en mi iglesia se prohibirá, bajo riesgo de pasar la eternidad en un lugar oscuro y feo (algo así como México, pero con un poco más de políticos), que consumas pepinillos y aceitunas, ¿Por qué? ¡Porque no me gustan! Huelen feo y tienen un sabor muy ácido. Es un pecado mortal semejante atrocidad... aunque perdonable si veneras al té helado y algún otro alimento sagrado que se me ocurra después.
- Si al papa León X le creyeron lo de las indulgencias, en mi nueva iglesia tendré la salvación como un producto, pero seré más consciente, y en lugar de venderla la rifaré. Bajo una módica cantidad podrás comprar un billete de lotería, y cada cierto tiempo rifaremos un boleto a la vida eterna. Eso sí, si no asistes a la rifa, pierdes automáticamente.
- Si los testigos de Jehova fueron capaces de adaptar la biblia a sus necesidades, entonces yo haré lo mismo: quitaré toda hoja que diga algo con lo que no esté de acuerdo, que no me guste, me aburra, no le vea el caso o simple y llanamente no le entienda. Así, dejaré un libro santo de veinte hojas que cualquiera podrá entender y obedecer, pero le venderé además una serie extra de "otros libros santos avalados por las gónadas de la iglesia", donde se incluirán "los mil y un hábitos a la hora de ir al baño", "Facebook: el demonio en blanco y lila" y "dale todo tu dinero a la iglesia, es divertido". Cada cierto tiempo saldrán nuevos ejemplares que deberás comprar, a menos que estés dispuesto a pasar la eternidad en el infierno.
- Si Ellen White, creadora de los adventistas del séptimo día, se aventó varios desatinos tratando de predecir el fin del mundo, y luego de equivocarse la siguió su iglesia todavía, yo dictaré el fin del mundo cada martes, ya que es un día feo. En caso de que me equivoque, ¡No habrá problema! Las personas me seguirán queriendo aunque diga que la gente afroamericana es una especie de animal (a ella se lo pasaron, no veo porque a mi no).
- Buda se pasó la mayor parte de su vida supuestamente sentado entre dos árboles, meditando la inmortalidad del cangrejo, y aun así estaba más gordo que un miembro de un concurso de comida, ¿Cómo explicas eso? En mi religión, podrás entregarte a la flojera bajo el pretexto de meditación, siempre y cuando en verdad estés meditando, no escondiendo una pierna de pollo debajo de tus piernas.
- Los musulmanes pretenden alcanzar la inmortalidad y una bola de vírgenes matando a los que creen infieles... eso no tiene sentido ni manera de cambiar. Pongámoslo de esta manera: si matas, te matamos.
- David Koresh se inventó una religión de la nada, reunió una serie de personas en un granero y luego incitó a un suicidio colectivo sin una razón lógica más allá de la salvación... suena convincente, incluso hubiera sido una buena manera de hacerse rico, si él no hubiera muerto también.
- Volviendo a los mormones, cuentan con un profeta gringo cuyo nombre es más común que Juan Perez en nuestro país (Joseph Smith), el cual hizo tantos mandatos tan peculiares, que me tomaría una entrada completa encontrarle sentido, pero me limitaré a algunos que me llaman la atención, dignamente imitables: solía decir que el hombre vino al mundo a traer hijos, y que la mujer era simplemente el medio para lograrlo, por lo que un hombre podía tener cuantas mujeres quisiera... me gusta para mi iglesia, llamémoslo un mandamiento, y dictará: "cuantas puedas tener y mantener".
- Otra ocurrencia del profeta Smith fue escribir algunos libros (cuando no). Lo curioso en esto es que, según los expertos y una pequeña hojeada de mi parte, están pésimamente mal escritos. Vaya, eso me motiva a escribir como conejo, sin cuidar ortografía/gramática/coherencia, solamente con el fin de entregar el nuevo evangelio a mis creyentes, que si bien nomás tienen los libros, pocos se preocupan de leerlos y cuidar esas pequeñeces.
- Los adventistas del séptimo día deben su nombre a que veneran y defienden a muerte el día sábado, ¿Motivo? Según el Génesis, es cuando el Señor descansó luego de crear el mundo, y en innumerables pasajes se le denomina "el día del Señor". Personalmente no me importa el día de adoración, considerando que a Dios no le importa cuando lo hagamos, simplemente que lo hagamos con el corazón, pero por mero capricho declaro el día viernes como santo... toda persona que no esté tirándola a dos manos en ese día corre riesgo de excomunión.
- Los testigos de Jehova tienen la mala costumbre de enviar meseros de puerta en puerta, en parejitas, a atosigarte la vida con sermones y revistas fatalistas sobre el fin de los días y lo mala persona que eres. Pues bien, para que tengan algo de competencia estos vendedores ambulantes, mis feligreses estarán obligados a caminar de casa en casa, diciéndoles mentirosos a éstos primeros y desesperándolos al borde de que tengan que marcharse (te aseguro que me lo agradecerás luego).
- Si la iglesia católica fue capaz de crear la Santa Inquisición para eliminar a la competencia bajo cualquier pretexto barato, cuando yo cuente con el dinero necesario contrataré un ejército de sicarios y de black metaleros para que hagan lo que mejor saben hacer... se los dejó de tarea.
- Un imberbe llamado Rony Chavez suele crear guías proféticas cada año, diciendo ser un profeta y siempre alegando que tal o cual año será el mejor de nuestras vidas y que todo será perfecto... por supuesto que nunca se cumplen sus predicciones, pero el tipo simplemente no se rinde. En mi caso, declararé que a cada día sucederán catástrofes mundiales, hecatombes inevitables y se le caerá el pelo a los animales... así, en caso de que no sucedan, será considerado un milagro, y tendrás que creer en la milagrosa iglesia que salvó tu trasero y la cabellera de tu mascota.
Me retiro, aclarando en primer lugar que esto fue solamente para pasar el rato, no busco ofender a ninguna religión ni mucho menos (algunas se ofenden solas con ciertas creencias, otras simplemente se quedaron en la edad media), pero bueno, espero que hayan pasado un rato agradable leyendo esto, y que, si piensas emprender la próxima guerra santa contra mi iglesia, lee dos veces la siguiente parte: "NO VOY A INVENTAR NADA".
Ya me aburrí de decir mentiras, así que nos vemos el miércoles.
PD: Si todavía piensas venir a matarme por lo que dije, necesitas replantear tu administración del tiempo libre.
PD2: Si quieres ser tú el impulsor de esta nueva religión que no nació, avísame para ponernos de acuerdo, y tal vez seamos los propulsores de la próxima salvación mundial.
PD3: No habrá PD4.
PD4: Te dije que no habría PD4.