El laboratorio de física fantasma

Este día no tengo mucho de que hablar. He pasado desde la mañana con una crisis de falta de energía que no me ha permitido desempeñar las funciones cotidianas como era debido (llámese escuela, casa, vida, etcétera). Fuera de ello, el día no tuvo mucho que ofrecer, más allá de la sonsa cotidianidad que de por sí es abrumadora. Solamente hubo un detalle, una insignificancia del tamaño de aquel camello que pudo pasar por el ojo de una aguja. A falta de imaginación, hoy le dedicaré la entrada a una persona que, hasta hace poco, consideraba un invento de la burocracia para poder robar a sus anchas: el director de mi escuela (estaba en todo mi derecho, el tipejo no se aparecía en ningún evento de la escuela... vaya diva).
Resulta que en una de tantas clases, el profesor nos dio la muy decente noticia de que se suspendería su clase, pero luego vino la mancha en el blanco: teníamos que asistir a lo que el instituto llama "rendición de cuentas", que viene siendo algo así como un evento obligatorio en donde el director presume los logros y gastos de la escuela en los últimos 265 días. Como ir se veía tan tentador como una visita al dentista, pero atenerse a las consecuencias de no ir con el mencionado profesor, tomé las cosas a la ligera y pensé "al fin y al cabo, me puedo poner a jugar en el celular ahí dentro". Así pues, resignado, me dispuse a obsequiarles una preciada hora de mi vida en bandeja de plata.
Para hacer el cuento corto, he de admitir que el evento por sí mismo fue suficiente para evitar que siquiera tocara el celular. No voy a decir que por interesante, sino por un par de detalles que me hicieron pensar profundamente en cuestiones que iban más allá del simple: "¡Mira! El director en realidad no es producto de nuestra imaginación". El sujeto, con un engargolado bajo el brazo, hizo la mencionada rendición de cuentas, tal y como lo amenazaba, pero de una manera digna del estudiante promedio de secundaria: leyéndolo enteramente y mal (cambiando unas palabras por otras, saltándose acentos/puntuación/letras/lógica, e incluso invéntandose términos). Lo primero que vino a mi mente fue encontrarle sentido al porqué de su perpetuo encierro en la oficina: el tipo simplemente no fue capaz de evocar una pizca de respeto en el alumnado, ¡y qué decir de los profesores! Al menos los que estaban cerca de mí murmuraban una serie de comentarios sobre su persona, nada agradables, claro está.
En segundo lugar, y más importante que el anterior, se encuentra el contenido del ya tan mencionado informe de cuentas. El tipo (que tiene fama en todos los rincones de la escuela de corrupto, ladrón, feo y antipático) dio una cantidad sumamente dispar de cifras, que sinceramente sonaban más a insulto que a burla. ¿Por qué digo esto? Pues, si sabe que está tratando con estudiantes de licenciatura, con profesores de todos los grados y uno que otro que intenta pasarse de listo, ¿Cómo se le ocurre decir que un par de rampas para discapacitados generaron un costo de $40,000? Digo, la crisis está grave, pero eso sinceramente es una patada en las gónadas para cualquiera que se digne de tener un par de neuronas funcionales (y ese fue solamente uno de muchos ejemplos).
Para no transcribir el interesantísimo informe de gastos, me limitaré a mencionar otro par de ejemplos para que puedan comprender un poco mi indignación: supuestamente, la escuela recibió un apoyo de $134,000 para acondicionar un aula de inglés (término que no entiendo mucho, pues el inglés se puede aprender en cualquier salón... si mucho hará falta un mini componente para escuchar los audio libros). La pregunta de los ciento treinta y cuatro mil es ¿Dónde está esa aula? El año pasado yo llevé el curso de inglés, y fue en un aula que parecía ser el reciclado de un pasillo ancho donde apenas cabíamos quince personas. Y mentira number two: (¿Se nota que aprendí en mi super curso?) se presume desde hace dos años de un gasto de un par de millones en un laboratorio de física, y es un muy buen gasto, dado el material y las herramientas que requiere uno. El enorme detalle aquí es: ¡Que en la escuela no hay laboratorio de física! Dos años seguidos nos tragamos la misma cuestión, sencillamente porque, al terminar, el sujeto sale disparado a su lugar, imposibilitando una muy deseada sesión de preguntas y respuestas.
No quiero pensar que los altos mandos de la educación nos consideran idiotas (me estoy refiriendo a la comunidad estudiantil, de la que honrosamente formo parte), pero mostrarnos esta sarta de datos incongruentes con vil descaro, pidiendo luego, no, exigiendo más bien, que tengamos orgullo por la institución que nos está otorgando los estudios para enfrentar al mañana y sacar a flote este barco agujerado al que llamamos país. Es triste e ilógico a la vez, pensar que porque el director lo dice, estaremos de acuerdo y seguiremos buscando el laboratorio de física fantasma. Eso sí, el día que descubra que los millones invertidos han creado un laboratorio ultra secreto debajo de las piedras, y del que solamente yo no tengo conocimiento, iré a rendirle orgullo y respeto a los símbolos de mi alma mater (símbolos que por cierto, dentro de los logros del año pasado, han sido registrados con éxito... aunque no le veo nada el caso, ¿Quién va a querer plagiar el logotipo amarillo canario de una escuela?).
Espero, sinceramente, tener alguna otra oportunidad de ver a ese escurridizo sujeto que se encuentra en la cima de la cadena alimenticia estudiantil, nada más para poder analizarlo un poco más, y ver si en verdad es tan tonto como para creer que le creemos, o si nada más es un cínico al que poco le importa lo que pensemos, pues, al fin y al cabo, no podemos opinar nada en el sistema actual (y luego nos quejamos de como están las cosas, pero cuando se trata de celebrar la democracia, ahí estamos...).
Como dije en el inicio, hoy no tengo muchas ganas de escribir, pero creo que con pocas palabras se entiende mi punto, ¿No? Un pueblo informado es un pueblo peligroso, aunque con esas cabezas de gobierno que tenemos... no mucho podemos hacer.
Nos leemos luego.

Claro de Luna (Estreno)

Saludos. Tal como lo prometí, hoy se estrena en Lunaeclarum una nueva historia, la cual tomará el lugar que Nostalgia dejó una semana atrás. Su nombre, como ya lo revelé anteriormente, es Claro de Luna, en primer lugar como una manera de darle honor al blog, pero hay un motivo más oculto en su historia, pero eso ya lo averiguarán conforme vayan transcurriendo los capítulos. A modo de introducción, he de decir que esta historia es una precuela de Nostalgia, contando con los mismos personajes y algunos escenarios, pero contando una nueva historia, desconocida para aquellos que han leído alguna vez Aries, acerca del tramo de tiempo que se pierde entre un libro y otro.
Para ser específico, se centra en la época estudiantil de los jóvenes (narrada en el primer capítulo de Nostalgia, "El paraíso se terminó", a manera de recuerdo). Conocerán a sus viejos conocidos, la vida que tenían antes de terminar rotos. Una historia feliz como pocas veces cuento, mostrando la cara de la juventud, cuando se cree que el mundo es perfecto y que se puede realizar todo, simplemente con una grata compañía. Falcon, Wingen, Paul, Riddick, Vivas, Ferret, Albert y una gran cantidad de personajes podrán encontrar. Espero que sea de su completo agrado, y que encuentren un poco de felicidad entre sus letras.
Como dato curioso, puedo decir que he hecho esta historia de una manera más sencilla que las demás, a modo de capítulos casi completamente desligados, por lo que no debes de haber leído el anterior para comprender alguno (aunque hay sus honrosas excepciones), a fin de que cada vez que abras el blog puedas leer alguno sin perder el lineamiento de la historia. Claro de Luna está diseñado para ser disfrutado, a final de cuentas.
Sin más preámbulos, los dejó con el primer capítulo. ¡Nos leemos el lunes!
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I: En Un Lugar
El tiempo no pasa para la juventud; no es una preocupación o una forma de miedo, sino meramente el medio por el que fluyen sus vidas e ilusiones. Van y vienen, gozan y sufren. El mundo no es más que el patio de juegos para la joven generación que está por alzarse con el mando, pero que por lo pronto disfruta de ese paréntesis entre la inocencia y la responsabilidad, el único espacio en el que se pueden cometer errores, pero ninguno parece grave; donde el tiempo parece pasar, pero a la vez no.
Cada día era diferente para un lozano Falcon, pues encontraba algo especial en el detalle más pequeño, casi sin notarlo. Ya fuera en los retrasos diarios para llegar a la escuela, en los desayunos apresurados o hasta en los frecuentes regaños de parte de la directiva escolar exigiendo que se cortara el cabello; todo conspiraba en una perfecta armonía desarmonizada, como unos engranes bien aceitados de un reloj que da mal la hora. No podía más que sonreír, permaneciendo sentado al lado de sus eternos compañeros en un salón escolar que, contra la lógica, se sentía frío pese a los sofocantes días de un fuerte verano. Escuchaba a medias el vericueto de un profesor sin vocación sobre algo ajeno a la materia pertinente, mirando de reojo a su alrededor, esperando que los minutos pasaran rápidamente y le permitieran huir del lugar. Ese día en especial lo necesitaba, debido a los eventos que aguardaban en las horas siguientes. Lo podía sentir en las miradas fugaces de los chicos a su alrededor, todos pedían clemencia al sujeto de enfrente, que se callara y les diera la libertad de marcharse a la cita prometida: la olimpiada anual del instituto, donde los mejores estetas se disputarían los títulos de velocidad y fuerza una vez más, y en el que el que Falcon y su equipo defenderían la corona en la carrera de relevos. Él, Wingen, Paul y Riddick habían compuesto un equipo balanceado, cuyo anterior miembro, su otro amigo, Vivas, había saltado a las ligas mayores al ser incluido en eventos individuales. Los cinco, ubicados en el rincón derecho del aula, movían los pies nerviosamente, esperando mantener los músculos calientes para el gran momento. Wingen tocaba su peinado a cada momento, cuidando su fijación óptima para no perderlo con la velocidad; Paul, por su parte, tocaba sus piernas para enorgullecerse de la fuerza obtenida, esperando que alguna chica se enamorara de ese par de músculos en shorts. Riddick, sumido en su acostumbrada timidez, no hacía más que aguardar impaciente; caso contrario a Vivas, que llamaba la atención a vivas voces, ya fuera por su atuendo fluorescente de carreras o el gesto de “nadie podrá conmigo”.
Pero ellos no eran los únicos que sufrían por la lentitud de los segundos. Un joven moreno de largos cabellos lacios y blancos (pese a que lo negara, obviamente teñidos), miraba su reloj de mano con nerviosismo, sonriendo para sus adentros al admirar al grupo de amigos del rincón. Su nombre era Albert, pero también acostumbraban referirse a él como Spine, su apellido. Se trataba de nada menos que del presidente del comité de alumnos, la temida agrupación que informaba al profesorado de las actividades de los alumnos desde adentro, como una especie de espías. Para el chico, no era más que la tapadera para hacer toda clase de desvaríos que le venían en gana, moviendo las aguas a su favor haciendo gala de una labia mareadora. Y ese día no era menos, pues tenía un plan entre manos confabulando con otro alumno destacado: Carden Carasvle, el presidente del consejo estudiantil, la pequeña organización que se encargaba de los eventos realizados dentro de las instalaciones, los viajes y toda la parafernalia concerniente a fiestas. Hacía tiempo que Albert tenía un pequeño problema con Falcon del que se negaba a hablar, e ideó una solución para resolverlo: invertir los papeles de él y Vivas en los eventos; así, Vivas pasaría a formar parte del equipo de relevos, y Falcon quedaría a solas con él en el maratón, un evento en el que no podría perder, derrotándolo de una vez por todas en una vieja enemistad.
Por fin sonó el timbre que anunciaba la salida, y todos los jóvenes abandonaron el lugar a velocidad relampagueante, con el grupo de corredores al frente, gritando y empujándose entre juegos, golpeando a un cuarteto de chicas en el trayecto. Los estridentes grillos chillones no se hicieron esperar, provocando la pronta huida de los chicos. Se trataba de las amigas Lizzie, Shadow, Araly y Angel. Shadow, era la típica joven que no puede vivir sin chicos, asediando víctimas distintas cada día, siempre detrás de la falda de su mejor amiga, Lizzie; ella, por su parte, tenía fijo el papel de líder moral de ese grupo, confiada y llena de energía en todo momento. Araly era una tierna rubia que solía seguirlas en silencio, pero que nunca dejaba palabras guardadas cuando las tenía. La última siempre era Angel, la demacrada y blanquísima chica que hacía de todo por agradarles, pero cuyos esfuerzos parecían no venir al caso, pues ya estaba dentro del grupo. Ellas, como los demás, tenían su propia meta en ese día.
—¿Otra vez participarás en la carrera de velocidad? —preguntó Shadow a Lizzie, acomodando su larga cabellera negra conforme caminaban.
—No, ya me he cansado de ganar ahí —dijo, acomodando sus cabellos castaños en una cola de caballo —. Esta vez he decidido entrar a la de resistencia.
—Pero yo siempre compito en esa estipulación —objetó Araly, sorprendida.
—Entonces tendrás un poco de competencia este año, amiga —sonrió confiada su amiga, provocando que la rubia se adelantara, obviamente contrariada por la noticia.
—Sabes que Araly ha ganado la competencia dos años seguidos, ¿Verdad, amiga? —habló Angel, intentando entrar en la conversación.
—¿¡En serio!? —la chica tuvo problemas para tragar saliva —No creo que sea tan buena, le han faltado buenas competidoras…
—Lo dudo, rompió el record escolar hace dos años, y el pasado rompió su propia marca… —la de cabellos negros alimentó su intriga con un dejo de burla, mientras observaba al grupo de chicos corredores con un interés obvio.
—¿Para que me lo dices, Shadow? ¡Tú no sabes nada! Aparte, ¿En qué vas a competir? —estresada, la castaña intentó cambiar la conversación.
—¿Yo? En nada, correr te hace sudar, y sudar, menos linda —dijo, antes de marcharse con un rostro hipnotizado lejos de sus amigas para perderse entre la gente.
—Yo me inscribí en gimnasia, donde he ganado dos años seguidos también —Angel intentó sostener una conversación con la supuesta lideresa.
—¿Ah sí? ¿Y tienes competencia en esa categoría tan rara? —no parecía interesarle mucho, pero necesitaba distraerse.
—La verdad, no, ninguna puede hacer mucho en esta escuela —suspiró ella, haciendo menos su esfuerzo para agradar de nuevo.
A su llegada, ya el pequeño estadio escolar se encontraba abarrotado de jóvenes de todos los grupos y edades. El día fue declarado libre por los achichicles de Carden, permitiendo a todos asistir al afamado evento donde apoyarían a sus camaradas en las estipulaciones, haciendo además una que otra ilegal apuesta a favor de sus favoritos. Tanto el consejo estudiantil como el comité de alumnos tenían reservado un sitio especial debajo de todos, en plena pista, donde cómodamente observaban la situación bajo un techo de lona y tomando bebidas. Albert y Carden se encontraron ahí, saludándose y cruzando un par de palabras, puesto que el primero se preparaba para participar en su evento, y por su propia fama era necesario que ganara.
—¿Hiciste el pequeño cambio que te pedí? —susurró el moreno, indiferente.
—Por supuesto, Falcon por Vivas, como acordamos —Carden reía complacido, era el tipo de persona que, por ver arder una casa, era capaz de incendiar la propia, aunque claro, debía haber un “incentivo” de por medio —. Por cierto, súmale un favor al consejo.
—Por supuesto, encubriré la próxima estupidez que hagas —callado, recordó que el chico solía cometer toda clase de atropellos abusando de su poder como estudiante privilegiado, y que él debía cubrir sus huellas ante el profesorado desde su puesto, haciéndose de la vista gorda a cambio que él hiciera lo propio con su poder.
—Mucha suerte, te estaremos esperando en la línea de meta para la fotografía del recuerdo —con otro apretón de manos, el chico se marchó a su asiento, dejando al otro calentando.
Cerca, el equipo de Falcon hacía lo propio, acompañados por un serio chico que también solía ser su amigo, pero que su alta inteligencia era equivalente a su torpeza en los deportes. Su nombre: Ferret. Los miraba prepararse, cuidando sus mochilas desde la sombra y charlando desde allá con ellos, que corrían en pequeños círculos y estiraban las piernas sobre unas bancas, sin sospechar el movimiento recién hecho en su contra.
—He estado analizando a sus competidores, y no hay manera posible de que los venzan —exclamó Ferret, lanzando una botella de agua al aire.
—Confiamos en ti, genio —Paul, tomando la botella, le dio un sorbo y la lanzó de nuevo.
—Ferret nunca se equivoca, tenemos esta carrera en la bolsa, y los corazones de todas también —Wingen, echándose agua en la cabeza y estropeando el peinado, hizo lo mismo que Paul con la botella.
—Luego de esta carrera, los invito a celebrar como nunca lo hemos hecho —Vivas, tomando agua, la dio a Falcon sin lanzarla, como si presintiera que no era capaz de cacharla en el aire.
—No lo sé, tus festejos no duran menos de tres días, y yo tengo que volver a mi casa —objetó el chico, lanzando la botella de vuelta a Ferret —, ¡Y Vivas, ya te he dicho que sí puedo atrapar la botella!
—Lo que digas, Falcon, lo que digas —lo conocía de años, y seguía viéndolo como un chico indefenso.
—Algún día entenderás que… —Estaba por quejarse, cuando vio venir a alguien, la única persona que podía robarle las palabras y las sonrisas sin mirarlo, solamente apareciendo en sus pensamientos. Esta por demás decir lo que sentía por ella, solamente que su nombre era Marian, una frágil niña de cabellos cortos y negros con un gusto marcado por la gimnasia y los estudios, recién llegada ese año al instituto. Iba camino a la reunión de su evento, y una mirada fugaz bastó para perder a Falcon del tiempo y el espacio.
—¿Otra vez embobado? —lo empujó Wingen, luego de ver que se había detenido en seco.
—Me vio… —susurró éste, sin sentir el golpe ni obedecer la intención en él.
—Ese es tu problema Falcon: te pones metas muy pequeñas, y no logras nada —dijo Paul, acariciando su rubio cabello y mirando a la multitud, esperando encontrar muchas miradas femeninas sobre él, pero todo lo que encontró fueron chicos riéndose de la llamativa ropa de Vivas.
Entre los otros equipos había viejos conocidos, resentimientos y amistades de años que se encontrarían en la pista. Uno de ellos era Chaos, el chico que hiciera equipo con Falcon, Paul y Wingen dos años atrás, y que perdiera su lugar debido a una riña que culminó con una fuerte amistad. Se había inscrito con otro equipo, esperando cubrir el sentimiento que le causaba ver de cerca a aquel del que pudo haber tomado parte. Enorme, pero de corazón blando, parecía un bebé, inquieto e incomprendido. Se le acercó alguien, un moreno que de un tiempo a la fecha se volviera su única compañía; de nombre Caesar, era un joven con ansías de brillar equiparables a su incapacidad para hacerlo. Molesto como pocos, creía que las personas correctas eran las que conformaban las oportunidades, y ese gigante se había convertido en el arma secreta ideal para la competencia de relevos contra el equipo de Falcon.
—Hasta que no veas que los venciste, no se darán cuenta del error de dejarte ir —le dijo sin inmutarse, acomodando unas largas calcetas en sus delgadas piernas.
—¿Para qué? No me importa lo que piensen esos perdedores —hizo un mal intento de encubrirse, imitándolo en el gesto de prepararse.
Un sonido sordo anunció el inicio de la competición, invitando a los competidores a pasar a la parte trasera del campo, donde aguardarían a ser llamados para participar. Ferret se despidió con un ademán de sus amigos, para pasar a sentarse a las altas gradas con el resto del alumnado, que para estas alturas se encontraba aburrido y algo cansado, divagando en cualquier cosa que no fueran los eventos deportivos. Escuchó a un profesor en el altoparlante dando una absurda bienvenida, pidiendo silencio en más de un trío de ocasiones para poder continuar, cediendo la palabra al director, simplemente para que repitiera sus mismos conceptos bajo otras palabras. Luego de quince fastidiosos minutos, permitió al evento continuar, permitiéndole mientras hablaba ir a comprar un bocadillo y un refresco, volver a su lugar y todavía escuchar el orden de las competencias. El primer evento sería el de gimnasia, tal vez el único placer por el que acudían los hombres: ver a lindas chicas en ajustados leotardos compitiendo en una disciplina que, más que artística, era vista como algo sensual. Al intelectual Ferret no le importaba mucho esto, recordando que su compañera de aula Angel competiría ahí y que tenía la obligación moral de apoyarla. Dio un sorbo a su refresco mientras las chicas iban entrando en la explanada, cubriéndose en el acto los oídos por la avalancha de chiflidos que se dejaron ir contra las lindas jovencitas y sus escotados conjuntos, que dejaban al descubierto en proporciones generosas sus encantos y muy poco a la imaginación. El fuerte ruido no le dejó advertir que alguien había llegado, sentándose a su lado.
—¿Tampoco tienes con quién ver la competencia? —la chillona voz de Shadow le hizo voltear.
—Me agrada la soledad —intentó ser cortés al hacerla a un lado. En verdad quería estar solo.
—Pues ya está, la veremos juntos —gritó al pensar que hablaba, haciéndole notar al chico que sería una tarde larga.
Las primeras chicas pasaron a realizar su rutina, aburrida, monótona y simple. Pero luego vino Angel, mostrando a todos, una gracia y belleza distante de la chica lambiscona con la que convivían a diario. Molesto, Ferret tuvo que lidiar con una chica que gritaba a vivas voces apoyando a su amiga, saltando y pidiéndole que la imitara, pero no hizo más que aplaudir cuando ésta hubo concluido, llevándose una larga ovación que, al dar paso a la siguiente, todavía continuaba. Se trataba de Marian, que en su primer año de estudios se había atrevido a participar con una pequeña rutina. Tampoco estaba mal, pero nadie podía desprenderse de la actuación de la rubia platinada. Shadow no se movía de su asiento, mirando con atención a la joven mover unos listones en círculos y emitiendo uno que otro bufido molesto.
—Esa tipa se cree la gran cosa desde que llegó, solamente porque es hija del dueño de las industrias Von Perr —compartió su enojo con él, al que no le importaba en lo mínimo.
—¿Ah sí? Pues no es tan mala con los listones —no quitaba los ojos del escenario.
—¡No puede gustarte su actuación! Tú debes apoyar a Angel, ella cuenta con su grupo incondicionalmente —fingía no poder respirar conforme hablaba —. No sé si lo sepas, pero ellas dos han tenido grandes problemas desde que la princesita apareció en esta escuela.
—No es algo de mi incumbencia, yo solamente digo lo que pienso.
Entre una discusión que no iba a nada, el evento concluyó sin que Ferret pudiera ver a las demás chicas. La premiación fue dejada para el final del evento, tiempo en que los jueces podrían deliberar. Luego vino la carrera de relevos, y un profesor fue anunciando a los integrantes de los equipos para que pasaran a tomar sus puestos en la larga pista. Vieron pasar al equipo de Caesar, conformado por Chaos, Josh (el mejor amigo de Marian, un moreno con pretensiones de sangre azul cuyas verdaderas intenciones todos conocían, menos la ingenua señorita Von Perr) y Allan (un deportista nato que provenía de otro grupo de la escuela, al que Falcon y compañía se enfrentaban diariamente en competencias de todo tipo). Luego de un par de nombramientos sin gracia, vino el de los campeones invictos: Paul Quiztal, Riddick Kyosube, Vivas Ixcen y Gustaff Garland.
—¡¿Cuántas veces les he dicho que me llamo Wingen?! —gritó el joven Garland, molesto, antes de notar otro detalle en el nombramiento —¡¿Vivas?!
El propio chico estaba confundido por la mención, corriendo hasta la mesa de directivos para aclarar el malentendido. La profesora June, una rígida mujer entrada en años, le indicó que así estaba marcado en la hoja de inscripción, y que nada se podría hacer a esas alturas para cambiarlo. Entre fastidiado e impotente, Vivas se reunió con sus amigos para acordar el orden en que correrían. Ferret observó desde su asiento, deduciendo en el acto la mano traicionera de Albert y Carden en ese percance, aunque no se explicaba el motivo para hacerlo, puesto que, con Vivas, era más que obvio que volverían a obtener el primer sitio. De hecho los principales opositores a ese cambio era el equipo de Caesar, conocedores de la habilidad del joven Ixcen en las pruebas de velocidad, más ya nada se pudo hacer para cambiarlo, y la carrera dio inicio de esa manera. De la línea de partida salieron Carden y Riddick a toda velocidad, pasando el relevo en la cuarta parte a Caesar y Paul respectivamente, y éstos a su vez a Allan y Wingen, dejando al final ambos a sus respectivas armas secretas para un final sumamente cerrado. Chaos miraba cerca a Vivas, sintiendo la esperanza de poder derrotarlo por primera vez, hasta que notó que éste estaba trotando nada más, sonriéndole de forma sarcástica. A escasos tres metros de la meta aceleró el paso, dejándolo atrás al instante y ganando la carrera fácilmente. La multitud se levantó en aplausos, y Paul y compañía subieron a su amigo en hombros para celebrar, burlándose de cegar a todos con su vestimenta.
—Esta carrera ni siquiera se debió haber hecho —escuchó el chico decir a Shadow —. Aunque, si no hubiera sido por el ridículo Vivas, tus amigos no hubieran ganado.
—Tal vez, pero quiso la suerte que participara, ¿Qué iba a hacer él? —le molestaba que ella pretendiera pedirle explicaciones que desconocía.
Cambiando de competición, vino el turno de la carrera femenil. Lizzie y Araly se encontraban en la meta preparándose. A Ferret le sorprendió no estar viendo a su acompañante saltando de la emoción por ver participar a sus dos mejores amigas, sino que se encontraba en silencio, inerte, sobre su asiento, con una cara que rayaba en el puchero de un bebé. La curiosidad antevino a la lástima, y decidió preguntar el motivo de esa peculiar tristeza.
—Araly ha ganado esa carrera dos años seguidos, y ahora Lizzie quiso participar para vencerla —se calló, teniendo problemas para pasar saliva por su garganta —. Siento que mis amigas terminarán mal.
—No te preocupes, no puedes hacer nada para evitarlo —le sonrió. Sin encontrar que más decir, decidió poner atención en el frente.
Las chicas partieron a la señal, dando todo lo que podían en el corto tramo impuesto. La rubia prácticamente volaba, dejando atrás a las que se dignaron a competir contra ella, siendo seguida de cerca solamente por una castaña que a duras penas permitía el paso de aire por sus pulmones. Era lógico que le estaba exigiendo demasiado a su cuerpo, pero no le era suficiente para vencer a su amiga. Shadow permanecía en el filo del asiento, oprimiendo sus manos una contra la otra en espera de un milagro. No supo si atribuirlo a la fe que tuviera de pronto, pero Lizzie consiguió rebasar a su amiga y ganar en el último instante de la carrera, dejando a su amiga en un digno segundo lugar que no le robó la sonrisa, sino que fue hasta la ganadora y le dio un enorme abrazo, ante la mirada enternecida de su otra amiga, que por fin respiraba con tranquilidad.
—Te dije que no pasaría nada. Ustedes son muy buenas amigas —le dijo el chico.
—Gracias, Ferret. Sola me hubiera vuelto loca —el tono de su voz fue suficiente para hacer desconfiar de la intención de la frase. Nervioso, prefirió concentrarse de nuevo en el evento.
Hubo un tiempo en que nada atrajo su atención, puesto que solamente pasaban desconocidos que no les importaban, hasta que llegaron al gran final: la carrera masculina de resistencia. Uno a uno fueron pasando los competidores, incluyendo a Spine, hasta que nombraron al último integrante de los únicos cuatro que se atrevieran a participar: Falcon Silverseeth. Hasta entonces comprendió Ferret la entrada de Vivas al equipo de relevos: dejar el camino libre a Albert en la competencia mayor, compitiendo contra el menos capaz del equipo. El estadio completo se sobresaltó, pero nadie más que el propio Falcon, que hizo lo mismo que Vivas para intentar remediar el error, obteniendo la misma negativa de la estricta June. Tomando un largo suspiro, y ante una mirada esperanza de sus compañeros, avanzó resignado a la línea de salida, esperando no cometer un error. Escuchó a su lado reír a Albert, y prefirió no hacer comentario alguno al respecto. Respiró hondo y se dejó llevar, escuchando la salida y emprendiendo la carrera con la fuerza completa de sus piernas. Veía la espalda de Albert frente a él, corriendo tranquilamente para guardar fuerzas, e intentó darle alcance. Escuchaba la voz de sus compañeros apoyándolo, de la multitud entera lanzando porras a su favorito, y de Albert riendo centímetros adelante. Hizo lo mismo que Lizzie, forzando su cuerpo al límite para darle alcance al moreno. Se sorprendió, pues consiguió estar a su lado y pasarlo sin darse cuenta, llegando a la delantera en pocos segundos. Sonrió para sus adentros, y bajo el ritmo para guardar energías, ante una lluvia de ovaciones.
Paul, Wingen, Riddick y Vivas ya se encontraban al lado de Ferret entre el público, comiendo en grandes cantidades y gritando el nombre de su amigo a todo pulmón. Ninguno creía posible que fuera en la delantera, pero se aferraban a la idea de que podría lograrlo, luego de los meses que entrenaron juntos para la carrera de relevos. Llegó un momento en que incluso dejaron de comer, centrándose por completo en el intento de Albert por retomar la cabecera sin éxito. Reían y gritaban eufóricos, pidiendo a los de su alrededor hacer lo mismo. Solamente restaba una vuelta a la pista y Falcon seguía a la cabeza.
—¡Lo va a lograr! ¿Quién hubiera creído que lo iba a lograr? —gritaba Vivas, lanzando su botella de agua al cielo para que los empapara.
—Nadie, y eso lo hace más especial todavía —Wingen abrazó a su amigo, levantando los brazos para aplaudir.
—Vamos todos: ¡Falcon! ¡Falcon! ¡Falcon! —la misma Shadow estaba apoyando al chico, que se estaba convirtiendo en el favorito de todos.
Con el estadio completo pidiéndolo a gritos, el joven Silverseeth reanudó la marcha forzada en los pocos metros que quedaban, notando que Spine hacía lo mismo detrás de él. Conteniendo la respiración, agitó sus brazos y dio todo en un segundo, con la respiración del enemigo a sus espaldas, cada vez más cerca, acercándose en un final suyo, hasta que sintió algo más: Albert, en su esfuerzo por llegar, había tropezado al cruzar mal los pies, cayendo de bruces justo detrás suyo. Nada pudo hacer para ser llevado también por el impacto y caer al suelo a gran velocidad, viendo pasar dos pares de piernas un segundo después. El lugar completo permaneció inerte, sin saber si reír o lamentarse el hecho, hasta que un chico cruzó la línea de meta y provocó los aplausos de la multitud. Solamente el grupo de Ferret seguía sin poder hablar, mirando levantarse a los dos competidores, ayudándose uno al otro para permanecer mirándose un momento, hasta desternillarse ambos a carcajadas. Algo que pocos conocían era que su antipatía era equiparable a una vieja amistad que mantenían cuando no había una competencia de por medio. Ayudándose a caminar, salieron de la pista cojeando hasta las gradas, para reunirse con los demás.
Llegó la premiación, y fueron llamados los miembros del equipo de relevos a recibir su presea, así como Lizzie y la ganadora del concurso de gimnasia: Angel, algo que todos esperaban. Lo que no, fue que, al descender la rubia del estrado, la esperaba Marian; mucho se especuló cuando quedaron frente a frente, pero la pequeña Von Perr solamente quería estrechar su mano en un acto de deportivismo nato, a lo que aplaudieron tranquilamente los presentes. Estaban premiando al ganador de la gran carrera cuando Albert y Falcon llegaron con sus amigos, que presumían a las chicas su galardón con singular galantería.
—Felicidades —dijo Falcon, abrazándolos uno a uno.
—Todos sabíamos que esto sería así —presumió Paul para ser escuchado por las presentes —. Lo que nadie se explicaba fue a ti, ¡Corriste mejor que Vivas!
—No fue para tanto, pero lo hiciste muy bien —herido en su orgullo, el chico Ixcen se rió —. Si no hubiera sido por este tramposo, seguro habrías ganado.
—Ya aclaramos ese asunto —el moreno se excusó, aunque el rostro de Falcon demostró lo contrario —. Todo era una cuestión de orgullo, y algún día lo arreglaremos como los hombres.
—Cuando ambos lo sean —se burló Paul, volteándose para notar que ya las chicas los habían abandonado para marcharse con el ganador de la gran carrera —. Vaya perdedor, solamente tuvo suerte.
—Yo digo que los ganadores deberíamos de festejar —se apareció Lizzie de la nada con sus amigas, abrazando a Paul —. ¿Les parece irnos de aquí?
Buscándolo para que inventara una excusa, los chicos notaron que su amigo el intelectual ya no se encontraba con ellos, y tuvieron que acceder a marcharse con esas molestas chicas. Cansado de tratar a Shadow, Ferret se encontraba de vuelta en la escuela, tomando sus útiles para volver a casa. Había sido un día interesante, como todos los demás, y se sentía sumamente complacido con los compañeros que lo rodeaban. Salió a la calle, pensando en una y mil cosas, cuando tuvo la sensación de ser observado. Volteó a todas partes, pero no vio a nadie. Unos cuantos pasos volvió a sentirse igual, y dio media vuelta rápidamente. En la lejanía de la calle se encontraba una silueta inamovible, que parecía clavar sus ojos en él con interés. Le extrañaba, pero no tuvo reparo en ir a averiguar. Estaba cansado, y por ese día habían sido suficientes emociones.

Entre cielos decadentes

El día de hoy servirá de paréntesis. Tal como lo prometí entradas atrás, para dar una pequeña explicación a la serie de poemas "Cielos que caen", a fin de que se pueda comprender un poco más la historia que circunda estos versos (o intento de ellos, lo dejo a su criterio).
Cielos Que Caen se centra en la tristeza, en el sentimiento de decadencia que nos envuelve de pronto, cuando dejamos de tener fe y nos dejamos llevar por los problemas mundanos. Es un intento de explicar con complicaciones lo simple que es sufrir, pero lo más sencillo que es salir adelante, ¿Cómo es esto posible? Solamente es necesaria una cosa: querer hacerlo, pero la mayoría de las ocasiones nos dejamos llevar por el pesimismo, por la rendición ante los actos que ven nuestros ojos, y nos negamos a tan simple realidad. Uno a uno, los eventos son un claro ejemplo de lo ocurrente, pero volvemos a caer ante lo mismo, por naturaleza humana o por necedad.
A modo de introducción, el corto verso "Otra Lágrima", trata de demostrar lo explicado anteriormente: el dolor es parte de nuestra naturaleza, es un fragmento de lo que somos, pero muchas veces rompe el equilibrio en nuestro cuerpo y nos hace ver la vida gris. Es entonces cuando nos rendimos a las consecuencias, y descubrimos que estamos solos, que nuestra fe persiste mientras persista la esperanza. Una vez muerta ésta, nuestro mundo se viene abajo.
"Estos Días" es una charla sobre lo incoherente que se ha tornado el mundo actual. Ahora es malo ser bueno, y sobrevive el que sabe escalar sobre los demás. Las reglas se han invertido, y no hay manera en que una pizca de raciocinio pueda salir a la superficie de esta farsa ilusa en que se regodean unos cuantos. Las personas sufrimos por la felicidad, y somos felices con este sufrimiento a su vez. Nos aferramos a pequeños instantes, a los momentos que nos dan un poco de complacencia, pero no dejamos de sentirnos hundidos en un fango eterno, en una situación que no queremos, pero que nos tocó vivir. A final de cuentas, la vida es una farsa de alguien más, y no nos queda más que hacer nuestra propia jugada, y apostar por ese momento en que pudimos sonreír.
El tercero, llamado "Dominio Del Sueño", nos habla de la idealización, del deseo de algunos por encontrar algo mejor, aunque sea en sus sueños. Aferrados a lo que quieren ver, alejan la vista de lo que existe, cambiándolo por lo que desean ver. Son capaces de darlo todo por lo que creen tocar, por lo que tienen esperanza de encontrar algún día. Las puertas falsas son muchas, pero solamente entendiendo que no son más que eso, partes de sueños, se aprenderá a sacarlos de ese mundo de nubes y materializarlos verdaderamente. Cada quien ve lo que quiere, pero la realidad no deja de ser la misma.
Ahora sigue la tristeza andante. Para "Cúmulos Rotos", me imaginé una escena: una persona caminando bajo la lluvia, pensando mientras ve a los demás huir del agua y los truenos. Está tranquila, observando como se evidencian los miedos de otros con algo tan simple como gotas cayendo de un cielo gris. Quisiera que los demás vieran lo que ve, que se observaran en un espejo y comprendieran que sus temores no son más que eso, escalofríos sin fundamento fácilmente pasables. Le pide al mundo detenerse un momento, pensar en lo que está haciendo a estos inocentes que se dejan arrastrar por el mar de la ignorancia, pero no obtendrá respuesta. Nadie cuida al de al lado, pensando solamente en salir de ese chubasco lo más pronto posible y secarse, sin darse cuenta que la analogía con la realidad no dista nada de eso. La diversidad que antes nos hacía mejores, hoy son barreras que no podemos cruzar, y que peor aun, usamos como pretexto para crear límites, diferencias entre nosotros, meros pretextos para darnos la espalda. Esa persona sigue caminando, confundiendo sus lágrimas con las gotas, pidiendo que deje de llover, para que al menos no sea tan evidente la vileza de los humanos.
El siguiente supongo que es el más fácil de todos: "El Romance De La Daga". El amor puede ser todo en esta vida, un motivo para vivir, la fuerza para vencer cualquier inclemencia, incluso una razón para entregarse sin medida. Tal intensidad lleva muchas veces por caminos distintos al plan original, a pensar en situaciones crueles que ya han sido descritas innumerables veces. En esta ocasión, es el retrato de aquel ser que es utilizado por el ser amado, reducido por el alma de sus ojos a nada para saciar su sed. El tan conocido círculo de la violencia en las relaciones retratado una vez más, mostrando a aquellos enamorados a las heridas en una escena vaga, donde aquel conoce el dolor que le causa estar enamorado, incluso el otro rostro de su amor, pero no es capaz de abandonar a esa persona, sino solamente pedir con humildad al cielo que lo cambie, que le muestre el camino para ser ese que debe ser. Lo peculiar del amor es dejar de ser dueño de la vida propia, y no siempre es para bien.
Finalmente, y a modo de un pequeño rayo de luz, está "Tu Cielo", un tierno discurso sobre aquel que ama sin medida, que entrega la vida propia sin ver a quien ni lo que hace con ella. Sin heridas ni lágrimas, solamente el deseo de ver a otro feliz, de cuidar de los males de este mundo al dueño de su corazón. A diario se pierde la fe en lo que vemos, en lo que encontramos, pero la encontramos de nuevo en aquellos dispuestos a ser el cielo para nosotros, a mostrarnos un camino y un motivo para seguir. En un rápido repaso por el camino recorrido en la serie de poemas, encontramos aquí la respuesta a cada uno: proteger al amor por encima de todo ("Otra Lágrima"), servir de apoyo cuando no deseemos vivir ("Estos Días"), estar en esos sueños donde somos felices, compartir la fantasía para hacerla realidad ("Dominio Del Sueño"), abandonar la soledad para caminar juntos, ser dos almas en un mismo ser ("Cúmulos Rotos") y darlo todo por amor, sabiendo que se es correspondido, presintiéndolo ("El Romance De La Daga"). El círculo comienza de nuevo, lleno de esperanza, para comenzar un día más, vivir de nuevo en el mundo que es igual, pero siendo nosotros diferentes.
Este es el final por el camino de Cielos Que Caen. Espero que hayan disfrutado el caminar por este aparador de pensamientos, y que hayan sentido un poco de empatía. Recuerden disfrutar de todos los sentimientos, es parte de lo que nos hace vivos, y algo que no podrás hacer al morir. Descansa entonces, porque vida sólo hay una, y no ofrece segundas oportunidades.
Nos leemos mañana, con el estreno de Claro de Luna.

Cielos que caen, parte II

He aquí la segunda parte de la serie de poemas "Cielos que caen", de la cual ya hablé en general en la entrada pasada, por lo que ahora no haré más que mostrarlos, dejando en claro que en la próxima entrada jugaremos un poco con ellos, explicando ciertos detalles y cosillas para perder el tiempo.
Como detalle extra, quiero aclarar que el último poema está dedicado a una persona que es muy especial para mí, y que estoy seguro que se encontrará entre sus líneas...
Cúmulos Rotos
Un poco de lluvia en tu mirada
rompe los vidrios que te hicieron seguro,
¿Has visto lo que se esconde en la alborada?
Tantas cosas detrás del muro.
Dedica un segundo a la ignorancia
otro a la siempre fiel pena;
finge lo falso de esta decadencia
y sube al placer de la angustia ajena.
Simplemente para poder ver
que el mundo no está cuerdo,
que el pensar es una mala broma;
que no hace falta estar despierto
para seguir entre las olas.
Ya no existe el hermano fiel
ni el pródigo ni el amado;
sólo sigue el de mejor piel,
el más burdo, el aclamado.
No podemos observar
que este mundo no cree ni en él,
que el sentir hoy es pecado;
que a esta altura nada es cruel,
que es peor ser pobre que condenado.
Estos cielos que nos cuidan
lloran ante falta de plegarias
cúmulos rotos que vienen y van
sin destino, sin mañana.
¿Porque no puedes ver?


El Romance De La Daga
Asesinos sables en cada respirar,
es a veces difícil sobrevivir a un beso;
musa para el artista del azar,
condena para el siempre obseso.
Un círculo marcado por el dolor
es la vida para esta marioneta,
ya no sabe si lo que arde es amor
o es otra de sus tantas tretas.
Aún herido, sus suspiros son de ella,
es su propio enemigo por convicción;
un demonio con figura bella
apuñala con preguntas su corazón.
¿Por qué amo este dulce estigma?
¿Por qué es mío tan grande vicio?
¿La felicidad me es indigna?
¿Soy el único que ve el suplicio?
No hay respuesta que pueda durar
más de un segundo ante esa dama vaga;
una sonrisa, calor para su caminar,
en el romance de la daga.
El placer de una nueva herida
cura las voces que no paran de murmurar
"no eres tu dueño, es esa perdida",
ese es su precio por querer amar.


Tu Cielo
Quiero ser parte de tu sueño,
venir a ti cuando tengas frío;
quiero ser parte de tu cielo,
darte luz en el momento más sombrío.
Quiero estar cuando no quieras estar,
mostrarte un camino para volver;
quiero ser tus alas para volar,
ser dos almas en un mismo ser.
Porque quiero ser tu cielo
y cubrirte del mal con mi amor,
un héroe para proteger tu anhelo,
un tierno abrazo, tu tibio calor.
En estos tiempos de frágil ilusión
déjame soñar a través de tu mirada,
ven a mí como la mayor pasión,
sé mi todo a mitad de la nada.
Porque estar contigo es mi osadía,
olvidar a tu lado el alrededor;
quiero vivir juntos esta fantasía,
esta emoción, este gran amor.

Nostalgia Cap. 18 (Final)

Bien, hoy llegamos al final de la algo corta serie de los viernes (que, como hoy, no siempre era publicada en tal día... detalles). Veo como un buen comienzo el publicar esta novela, ya que representa para mí más que muchos otros escritos que he hecho por obligación o para pasar el rato. Es la puerta a leer Aries, pero también cuenta una propia historia por su parte, si la vemos de otra manera. Espero que la hayan disfrutado un poco, que algo de lo que yo sentí al realizarlo se haya traspasado a ustedes. Este es el capítulo final de la historia, pero recuerden que es en realidad sólo el principio. Corto, pero sienta las bases de lo que viene.
XVIII: Otro Comienzo.
Un sobresalto lo tiró de su cómoda posición. Estaba por amanecer, y los recuerdos seguían tan frescos. Tenía el sudor seco en todo su cuerpo, pero habían mejores cosas en que pensar que el aseo personal. El haber vivido de nuevo aquellos instantes, le daba la inspiración para continuar con aquello que se fijó.
El sol se abría paso entre las montañas, y todavía su cuerpo no proyectaba sombra alguna. Se puso de pie, aspirando el fresco aire de las alturas, y pensando en todo lo que se diría en torno a él, cuando se corriera la voz de sus acciones.
—Todo en nombre de un pasado inexistente —pronunció en voz alta. Todo ese futuro que le esperaba, tan brillante y oscuro a la vez, estaba al alcance de su mano. Estaba previsto de todo lo que pudiera pasar mal. Nada podía ser más fácil.
Sonrió, y su mejilla chocó con algo extraño: una lágrima seca. Dentro de sus recuerdos borrosos, el dolor lo había dañado en sobremanera, cosa que no imaginaba. Era un nuevo comienzo para él, y para todo aquel que estaba implicado dentro de su historia.
A su mente vino el diario, aquel instrumento para escribir una obra, y usar a terceros como actores secundarios sin su autorización. No iba a cometer un error tan frío, no sin antes encontrarle un verdadero sentido, aquel que posiblemente le encontró el Falcon de sus sueños. El que salvó a Marian de morir en el último segundo, entregando su vida a una calma que compartió con aquellos que amaba y odiaba a la vez.
Había tantas cosas en la balanza, y una oportunidad para probar suerte. Sus antiguos amigos eran sus enemigos, todo el mundo lo era. Pero cuando un soñador se alza en pos de una estrella, ni el mismo sol lo quema.
En su despacho, Destiny previó algo inusual, el movimiento del enemigo. Era momento de abrir la partida con una jugada especial, algo que no esperara el contrincante. Afortunadamente ya tenía una idea, el giro del primer engrane.
Paul, Wingen, Riddick, Albert, Lizzie, Araly, Shadow, Angel, Allan, Carden, Chaos, Vientus, Caesar. Todos podían sentir algo extraño en el aire, más todavía cuando cada uno tuvo la misma visita de Vientus que tuvieron Sother y Jack.
Marian, en su hogar, sentía una ligera punzada en el pecho. Veía lo nublado del cielo, y no podía dejar de pensar en unos extraños sueños que tenía sobre un mundo oxidado por las lágrimas, de personas tristes caminando por un mundo gris. Entre la niebla, una figura se posaba como el responsable, pero su profundo sopor lo convertía en sirviente de sí mismo.
—Las piezas comienzan a moverse, las variables cambian. Era de Aries ¿Qué nos deparas? —pensó Destiny fugazmente, antes de irrumpir Vientus sin avisar en la oficina.
—Señor, todo está listo.
—Bien, estamos ante un nuevo comienzo, mi estimado discípulo, hemos de ver si somos dignos de la nueva era.
Una mueca preocupada de Vientus fue la respuesta. Falcon, una sola persona, tenía el peso de modificar la historia, a sabiendas de ello estaba actuando, y así mismo estaban a punto de encararlo.
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Tengo esperanza en que al menos una sonrisa puedan esbozar al terminar de leerlo. Ahora, pasemos a lo siguiente dentro del blog. Supongo que han notado ya la carencia del escrito de fin de semana en la fecha señalada, y aunque es algo que podría hacer, se me dificulta enormemente debido a los deberes surgidos en este nuevo semestre. Cansado de mentirles y mentirme con que lo lograré, he decidido hacer un pequeño cambio en la programación de las publicaciones. Lunes y miércoles se encontrarán con los escritos habituales (críticas, pensamientos, desvaríos varios y uno que otro poema o cuento), pero el nuevo escrito será publicado los jueves, día que tengo comúnmente libre y en el que puedo hacerlo sin dificultad alguna. Así lo podrán tener disponible el viernes cuando gusten, ¿No es mucho mejor?
Pero Nostalgia ha terminado, por lo que es tiempo de dar a conocer a su sucesor. Como cualquiera que conoce mi faceta de escritor se imaginará, es algo dentro del mismo universo, y de hecho la mayoría de los mismos personajes vuelve en una nueva historia, pero con un giro algo diferente, y mejor todavía, mucho más digerible creo yo. Viene siendo la precuela de Nostalgia, una historia nueva, creada especialmente para el blog, y que, debido a ello, he decidido llamar como él (pero traducido, claro está). Así que, sin más, este jueves les presentaré el primer capítulo de Claro de Luna, una nueva historia de Falcon y sus amigos, a la que se le dedicará una entrada especial, a fin de servir de digna pauta entre Nostalgia y este nuevo proyecto que, espero sea de su agrado.
Me despido, vuelvo más tarde con la entrada habitual de los lunes.

Cielos que caen, parte I

He notado que, de las promesas que hago en el blog sobre futuras publicaciones, no he cumplido ninguna. Como al parecer no es muy dado en mí hacerlo, pero quiero comenzar, por hoy comenzaremos con una pequeña serie de poemas, cuya historia platicaré previa su publicación, ¿Por qué? Porque me sobra un poco de tiempo y sería bueno, para variar, explicar un poco de lo que se va a tratar la cosa.
Un mugroso día en que me encontraba solo, esperando el camión que me llevara a casa luego de un largo viaje (bajarse de uno para tomar otro), me encontraba divagando entre pensamientos pesimistas (¿Cuándo?) y rayitos de luz sobre ellos. Fue así como se me ocurrió contar una historia, algo que plasmara ese sentimiento de calma sobre la tormenta que sentimos al vencer la negatividad. Decidí no hacer una historia propiamente (narrada, pues), sino que, en su lugar, una serie de poemas en verso, en mi estilo indefinido, libre y propio; cada uno tendría una relación con el tema, y entre todos contarían el cuento pretendido (que si bien no tienen un seguimiento dentro de la trama, comparten el sentimiento planeado, que es lo que cuenta). Ese fue el surgimiento de Cielos Que Caen, un intento por recuperar el gusto que tenía por los versos y la poca práctica. Decidí dividir la serie en varias partes (¿Necesitas un motivo? Me dijo que lo hiciera un canguro en mis sueños, ¿Contento?), primero los poemas, luego vendrá la explicación de los mismos (para que tengas tiempo de pensar/reflexionar/adivinar su contenido).
Hoy publicaré los primeros tres, esperando que sean de su agrado y algún comentario ocasional...
Introducción: Otra Lágrima
El dolor que tan hermosa te hace
hoy creó la cruz para dejar de vivir;
deja escapar otra lágrima donde yacen
cielos caídos de tu existir.



Estos Días
Ahora el suspirar vano es esencia,
ahora la vida mata por instante;
ahora las sombras tienen presencia,
ahora la blasfemia es un arte.
Ahora nuestro recato es indecencia
y es mejor herirte que dejarte;
el ahora no es nuestro, no tiene ciencia,
es un beso en labios que arden.
Extrañar lo no vivido,
sentir lleno el vacío,
perderse en un mar de cometidos,
todo para volverte a ver.
Una mano para caminar,
otro día para tropezar,
un intento de comenzar,
algo para no dejar de ser.
Ahora, simplemente una caricia;
al ahora le duele pensarte;
dime ahora lo que avaricias
y dime como no adorarte.
Pensar en un cielo cayendo
es otra manera de saber la verdad;
estos días duelen, siguen lloviendo,
estos días no saben de realidad.



Dominio Del Sueño
Perder es un mito para el ganador
pero una broma para el ignorado,
es perfección para el sopor,
es la cumbre caída del soñado.
Alas, invítenme a perderme
lejos del mito y de la realidad;
par de nubes en que apoyarme,
denme una vida, algo de verdad.
Ahogar la causa del perdedor,
es un grito para el ahorcado,
una mentira entre el esplendor,
la causa que tiene al condenado.
Alas, un momento para sofocarme
en el éxtasis de no tener dueño;
anhelo para seguir sin rendirme
llévame al dominio del sueño.

Amor en tiempos de mentiras

Ok, ya sé que esta entrada debió de haber sido publicada ayer, ¿Pero saben qué? Simple, sencilla y llanamente tuve algo que hacer repentino (tristemente, nada alusivo al día... mis obligaciones escolares me tienen preso dentro de la escuela todo el mugroso día). Alcancé a publicar el capítulo que debió haber ido el viernes, pero no esta entrada, que carecía de un poco de sentido y consistencia (¿Se nota el caos por el que está atravesando mi vida en estos tiempos? No logro acomodar una cosa sin tirar otra... suele pasar). Pero bueno, henos aquí, proporcionando al mundo de nuevo unas cuantas gotas de sabiduría innecesaria, cortesía de su servidor (o un texto virtual que vaga a la deriva en el internet, como más te guste).
Hoy es inevitable tocar el tema alusivo a la fecha que, todavía un día después, sigue impregnando el ambiente con olor a flores. Debo admitir que, en un principio, me vi tentado a escribir algo semejante a lo sucedido con la serie navideña (entiéndase como todos los escritos en los que criticaba duramente al comercialismo de la época decembrina). Pese a lo tentador de la propuesta, opté por hacer algo un poco diferente, no me pregunten la razón, porque ni me estoy ablandando ni voy a dejar de pensar que el mundo es manejado por la publicidad. Así que, en lugar de hacer algo hiriente, me enfocaré al lado bonito de la celebración: los verdaderos orígenes del día de San Valentín, del amor y la amistad, o simplemente el 14 de febrero, como lo quieras llamar, el fraude viene siendo el mismo (¿Fraude? ¿No se suponía que no criticaría la celebración? No lo haré, sino que atacaré su peculiar origen, que para variar, es una tras otra mentira).
Comencemos de adelante hacia atrás. Lo primero que todos solemos pensar, cuando nos encontramos por estas fechas en una tienda de regalos, antes del "¿Qué rayos voy a comprar?", es el "¿A quién rayos se le ocurrió que tenía que comprar?". Triste, pero cierto; todos alguna vez hemos maldecido al ocurrente que decidió obligarnos a comprar osos de peluche, flores, chocolates y demás mercancía cursi para agradar a alguien y a la sociedad (porque no te imaginas la cara que pone alguien cuando te preguntan "Y tú, ¿Qué vas a regalar?", mientras te rascas la panza y cínico respondes "nada, no tengo a nadie a quien darle"... es el equivalente moderno a una blasfemia, y más de un puñado ya nos hemos ganado la hoguera por semejante pecado al orden actual. Nos encontramos así, pues, con el primer probable origen de la celebración: el comercialismo. Algún pelele con ventas bajas decidió que le sobraban regalitos cursis, por lo que comenzó a hacer propaganda, metiendo veneno en nuestra santa sociedad (¡Ajá!), haciendo una maléfica labor lentamente, hasta lograr convertir un día común y corriente, pero tranquilo, en una honda global de ventas de globos y todo tipo de artículos con forma de corazón, llenando el aire de aromas frutales y enternecedores, ¡Y dominando al mundo con un malvado grupo de ositos de peluche con mirada tierna y relleno suavecito! (Admitámoslo, algún día alguien hará de esto un guión para un próximo éxito de suspenso... y será demandado por su servidor).
Sinceramente no sorprende a nadie que el dinero haya metido sus narices de nuevo, pero tenemos que tomarlo en cuenta como punto de partida, para sentar las molestas bases de lo que viene a continuación (Si vieran, este viaje nos llevará por intrigas, traición y persecuciones policíacas con sexys chicas en bikini... bueno, tal vez eso último no, pero ¿A poco no sería genial?).
Segunda parada. Se dice que por allá en la antigua Roma existía un sacerdote católico de pintoresca sonrisa y cándido caminar, llamado Valentín. Este sujeto era una alegre criatura del señor que andaba por la vida pregonando el evangelio del Señor y recogiendo flores de la pradera. Resulta que al siempre loco emperador romano (desconozco el motivo por el que todo el que era nombrado César, al día siguiente perdía la razón) se le ocurrió sacarse de la manga un decreto, una linda orden para prohibir que cualquier ser dentro de sus dominios contrajera matrimonio, ¿El motivo para semejante estupidez? Que los hombres solteros eran mejores soldados (se nota que el célebre Claudio II no era muy diestro en control de población; si llevaba a todos sus hombres a la batalla, se quedaría sin pueblo al que mandar). Como es clásico en las siempre célebres vidas de los santos, nuestro feliz y tierno Valentín se rebeló al decreto de Claudio, casando a los jóvenes enamorados en secreto bajo la ley de Dios. Hermoso, ¿No? El hombre se convirtió en el cupido a escondidas de una época oscura, pasando de un simple mortal feliz al símbolo de una nueva era. Aunque, entrando más en materia, no fue por ese motivo que se le concedió el título de San. Se dice que, al enterarse Claudio, pidió apresar al sacerdote, y que luego de tenerlo entre sus manos, como todo buen dios que se digne de parecerlo, le dio la opción de arrepentirse de sus pecados y adorarlo una vez más, a lo que este padrecito respondió con una fuerte dosis de catolicismo, en el que casi cae el emperador, de no ser porque siempre tenía a la mano lamebotas dispuestos a recordarle que era un supuesto dios. Así, sin más, Claudio ordenó su ejecución. Se dice que su carcelero le pidió educar a su hija, ciega de nacimiento, y que Valentín lo hizo con gusto. Pero no sólo eso, sino que además optó por devolverle la vista en unos minutos libres que tenía. Ese milagro es lo que lo elevó a los cielos y a la perpetua inmortalidad (¿Se nota que no soy muy adepto a los santos?). No tengo mucho que decir sobre esta versión, sino que es otra maquillada historia, cortesía de la iglesia católica, para darle color a un trasfondo gris que pretendían ocultar. ¿No me creen? Sigamos entonces a la tercera y última parada.
Antes de los regalos, del compromiso social y de Valentín, estuvo Lupercus. Como los medianamente estudiados en materia de teología entenderán, todo festejo católico (o casi todo, la verdad lo desconozco) se remonta en su origen a una celebración pagana, y ésta no iba a ser menos. Lupercus era una deidad pagana, la de la fertilidad más específicamente, a la cual se le adoraba a mediados de febrero (¿Coincidencia?) en la llamada grupa Lupercal. Sacrificando animales y dando latigazos a las chicas, los jóvenes paganos buscaban obtener el favor de su dios, pidiéndole favores de"ese" tipo fervientemente (todos sabemos lo que pretendían estas pobres almas). Fue a un papa, Gelasio, al que se le ocurrió, otra vez, cambiar en sus mentes el nombre de Lupercus por el de San Valentín, sabiamente.
Volvamos rápidamente a la actualidad en un resumen fugaz: Lupercus daba favores a los jóvenes paganos, pero al papa Gelasio se le ocurrió crear a un santo en su lugar, San Valentín, cuya historia conmovería y haría llorar hasta a una piedra. Luego los altos mandos del mundo tomarían la costumbre para vendernos toda clase de productos. Punto. Hemos descubierto el origen y causa del día del amor y la amistad.
Por hoy, no voy a decir mi conclusión personal al respecto, sino que la dejaré a conciencia de cada quien, esperando que tomen un poco de razón y decidan un poco más su actuar en estos días.
Me despido, esperando mañana poder publicar en la fecha señalada por una vez en un largo tiempo.
PD: Lunaeclarum no es socialista, aunque algunas personas piensen lo contrario.
PD2: Sí, compré y di un regalo ayer, tenía que hacerlo.
PD3: Al fin y al cabo, el origen es lo que menos importa, el chiste es celebrar, ¿O no?