lunes, 21 de febrero de 2011

Cielos que caen, parte II

He aquí la segunda parte de la serie de poemas "Cielos que caen", de la cual ya hablé en general en la entrada pasada, por lo que ahora no haré más que mostrarlos, dejando en claro que en la próxima entrada jugaremos un poco con ellos, explicando ciertos detalles y cosillas para perder el tiempo.
Como detalle extra, quiero aclarar que el último poema está dedicado a una persona que es muy especial para mí, y que estoy seguro que se encontrará entre sus líneas...
Cúmulos Rotos
Un poco de lluvia en tu mirada
rompe los vidrios que te hicieron seguro,
¿Has visto lo que se esconde en la alborada?
Tantas cosas detrás del muro.
Dedica un segundo a la ignorancia
otro a la siempre fiel pena;
finge lo falso de esta decadencia
y sube al placer de la angustia ajena.
Simplemente para poder ver
que el mundo no está cuerdo,
que el pensar es una mala broma;
que no hace falta estar despierto
para seguir entre las olas.
Ya no existe el hermano fiel
ni el pródigo ni el amado;
sólo sigue el de mejor piel,
el más burdo, el aclamado.
No podemos observar
que este mundo no cree ni en él,
que el sentir hoy es pecado;
que a esta altura nada es cruel,
que es peor ser pobre que condenado.
Estos cielos que nos cuidan
lloran ante falta de plegarias
cúmulos rotos que vienen y van
sin destino, sin mañana.
¿Porque no puedes ver?


El Romance De La Daga
Asesinos sables en cada respirar,
es a veces difícil sobrevivir a un beso;
musa para el artista del azar,
condena para el siempre obseso.
Un círculo marcado por el dolor
es la vida para esta marioneta,
ya no sabe si lo que arde es amor
o es otra de sus tantas tretas.
Aún herido, sus suspiros son de ella,
es su propio enemigo por convicción;
un demonio con figura bella
apuñala con preguntas su corazón.
¿Por qué amo este dulce estigma?
¿Por qué es mío tan grande vicio?
¿La felicidad me es indigna?
¿Soy el único que ve el suplicio?
No hay respuesta que pueda durar
más de un segundo ante esa dama vaga;
una sonrisa, calor para su caminar,
en el romance de la daga.
El placer de una nueva herida
cura las voces que no paran de murmurar
"no eres tu dueño, es esa perdida",
ese es su precio por querer amar.


Tu Cielo
Quiero ser parte de tu sueño,
venir a ti cuando tengas frío;
quiero ser parte de tu cielo,
darte luz en el momento más sombrío.
Quiero estar cuando no quieras estar,
mostrarte un camino para volver;
quiero ser tus alas para volar,
ser dos almas en un mismo ser.
Porque quiero ser tu cielo
y cubrirte del mal con mi amor,
un héroe para proteger tu anhelo,
un tierno abrazo, tu tibio calor.
En estos tiempos de frágil ilusión
déjame soñar a través de tu mirada,
ven a mí como la mayor pasión,
sé mi todo a mitad de la nada.
Porque estar contigo es mi osadía,
olvidar a tu lado el alrededor;
quiero vivir juntos esta fantasía,
esta emoción, este gran amor.