Como ya lo mencionaba en los propósitos de año nuevo, uno de los más comunes es adelgazar. ¿Cuántas veces no hemos escuchado a un amigo/familiar/completodesconocidoqueibapasando decir que perderá x cantidad de kilos, pero lo vemos comer si se tratara de su última cena? Pues hoy andaba hojeando en mi escritorio, que no es que sea una persona importante, pero tengo uno desde pequeño por azares del destino, el espacio privado que ha visto nacer toda clase de incoherencias desde que decidí comenzar a escribir, pero es hablar de otro tema... buscando en el par de cajones que tiene me encontré con algo que me hizo pensar, y eso se está convirtiendo en sinónimo de entrada para el blog dentro de mi vida ¿Por qué? Porque me mantengo pensando tonterías o porque no deberías de planteártelo, da igual. Bueno, el caso es que, volviendo a lo que en un principio plantee, me encontré que casi nadie cumple su propósito de adelgazar (y de los que sí, otro tanto rebotará al poco tiempo... cruel realidad), pero alguien que no se lo propuso, pero sí lo hizo, no debió haberlo hecho jamás. Sigan leyendo y entenderán la razón.
Desde que tengo uso de razón, y aprendí a hacerlo, me ha gustado leer, desde cuentos infantiles, novelas de todo tipo, reportajes, artículos, revistas, etcétera. Podría decirse que llegó a convertirse en un vicio, al grado de que leía incluso mientras estaba comiendo (cosa que aún hago, y que a la fecha molesta a mis padres). Como producto de esto, creo yo, una tía me propuso obsequiarme en navidad una suscripción a una revista que ella frecuentaba pedir año con año, y que yo me despachaba gustosamente en las visitas que hacía a su casa: la revista Selecciones de Reader´s Digest. Era un sueño, pues mes con mes llegaban a mi puerta los ejemplares de dicha publicación, que contenía artículos y reportajes de todo tipo, actividades divertidas y didácticas y toda clase de cosas para leer que no dejaron de asombrarme. Tengo tantos recuerdos de lecturas que tuve de los Selecciones, tantos chistes inocentes que no me hacían reír (mejor sinceridad, soy una persona más influenciada por el humor negro de lo que parece), tantas vidas y lugares que mostraban facetas y situaciones que me hacían vivir en sus zapatos. Ah, tengo más de diez años de revistas mensuales desperdigadas por la casa, que todavía tomo de vez en cuando para volver a vivir, o para recordar lo ya vivido...
Hasta aquí todo parece una historia linda de un niño con su lectura de adulto (no todo en esta vida que es para adulto es pornografía necesariamente), pero entonces vino el irremediable desencanto que, como a todo en esta vida, le llega tarde o temprano. Mi estimada publicación de pronto cambió de editor, y a pesar de parecer un detalle sin importancia, repercutió en tantos aspectos que hasta hace poco venía notando, pero que de pronto llegaron a un hasta aquí. Todo cambio pequeño supone lo que llaman el efecto dominó, y era seguro que la revista no seguiría el mismo curso que llevaba de tantos años con el mismo sujeto que aparecía en la primera hoja, y que sinceramente de pequeño nunca me digné a leer; me limitaba a ver las grandes letras que decían "Mensaje del editor", y pasaba al índice inmediatamente, pero como dictaba un sabio comercial de antaño, esa es otra historia. Hoy me dedicaré a hablarles de la transformación sufrida en la revista Selecciones, y de como el blanco se volvió negro.
Todo comenzó con el adelgazamiento. Es normal que con la crisis las cosas se hagan más pequeñas y a la vez más costosas (estúpido principio), pero en este caso llevaron la regla al ridículo, dejando a una revista que tenía un cuerpo casi propio de una novela ligera prácticamente al de un folleto de supermercado, ¿No me crees? Consigue una revista del 2000 o antes y compárala con el ejemplar de febrero (el último que han sacado) y te encontrarás con una diferencia titánica, se podría decir incluso que es de la mitad. El detalle ya lo había notado gradualmente de una fecha para acá, pero sinceramente se ve ridículo una vez que comparas el cambio completo. A este paso, terminará siendo un par de hojas sueltas para el próximo año.
Segundo, último y más importante punto a tratar: el contenido. Puedo aceptar (a regañadientes) que se halla encogido, es inevitable, pero la gota que derramó el vaso fue el cambio de las secciones que tanto me gustaban por otras tan... diferentes. Por ejemplo, desaparecer la llamada sección de libros de pronto, siendo esta la cereza del pastel, para poner una serie de secciones impropias de una revista propiamente intelectual, como recetas de cocina, consejos de belleza o reflexiones burdas. Incluso manejan ahora un número anual dedicado al medio ambiente (que, como simbolismo de su interés, tiene algunas hojas impresas en papel reciclado), que muestra el esfuerzo de personajes de la cultura pop en su intento por salvar al planeta (gente con demasiado dinero que le gusta ayudar en sus tiempos libres, ¿Qué ternura?). También han cambiado sus entrevistas, pasando de importantes personajes de todo el mundo, escritores y pensadores de gran renombre, a burdos ídolos de adolescentes y cantantes mimados que quieren compartir su "lado humano" con sus fans mediante entrevistas preparadas para hacerlos ver "más cool" (me sentí humillado cuando me encontré con un artículo sobre consejos que daba Lucero para ser buena madre, luego de que me imagino los ha de ver una vez al año).
Un pequeño punto y aparte es la sección de frases celebres, que estando normalmente conformada por pequeñas gotas de sabiduría de grandes personajes de todos los tiempos, conocidos y no tanto, terminó denigrada para albergar las pocas palabras coherentes que dice uno u otro actor/músico/adinerado cualquiera, siendo, en la mayoría de los casos, situaciones y ocurrencias más que lógicas. Caso similar le ocurre a la sección "Enriquezca su vocabulario" (desconozco si se sigue llamando así), que de contener palabras complicadas que nunca sabía, ahora contiene unas más sencillas,de las que conozco más de la mitad normalmente, además de una denigrante sección final donde viene una palabra que está yéndose al desuso (por vieja o por inútil, yo que sé) y otra que está empezando a usarse (en su mayoría anglicismos que tomamos por la mala costumbre de imitar al país vecino del norte). No hay mucho que enriquecer ahora, al parecer.
Como la costumbre dicta, en este mundo se debe de renovar o morir, y he presenciado el cambio de una buena revista en otra más del montón. No tengo nada en contra de la nueva editora de la revista (cuyo nombre nunca he podido pronunciar, ahora que sí leo el escrito del editor), pero sinceramente pienso que ya no es la misma revista que tantas veces leí de niño, que me hizo soñar y que, hasta ahora pienso, fue uno de los factores que me han inclinado a la literatura con tanta vehemencia. Las cosas cambian, pero no esperaba algo tan radical. Si bien fue de manera gradual, he llegado a la conclusión de que Selecciones se convertirá en la siguiente Vanidades para el próximo año... yo pensaba que las cosas serían más serias cuando fuera grande, no a la inversa.
Pueden tacharme de muchas cosas, pero he decidido que este es el último año que leo esa revista antes de toparme con lo inevitable... chismes de las nuevas conquistas de Fabiruchis o de la nueva enfermedad venérea que tiene alguna actriz. Seguiré releyendo las viejas Selecciones que tengo, lecturas que verdaderamente eran de calidad, y tal vez encuentre un sustituto algún día (la revista Muy Interesante se ve tentadora).
Sin más, me despido por el momento.