Con el tiempo a cuestas debo escribir un cuento, con motivo de la semana cultural de la escuela de este año... bien, no debo, simplemente quiero hacerlo; y el tiempo me lo eché yo mismo encima, dada mi poca planificación y mi reciente desviación de atenciones a otros asuntos (entre ellos este, su blog). Pues bien, luego de pasar cerca de una hora recostado mirando al techo, esperando que una pizca de ingenio cayera del blanco techo, y, aplastándome, me diera una idea, tan buena como para satisfacerme pero no tanto como para no ser comprendida... en este punto hagamos un paréntesis para explicar el motivo de esto. Resulta que quienes califican este concurso es la "honorable" sociedad de alumnos del plantel, de la cual no dudo, sino estoy seguro que carecen de todo conocimiento cultural (lo siento, nací con un desconfianza hacia los licenciados, en especial si apenas están en proceso de preparación), lo que pone la situación así: el cuento debe de ser lo suficientemente bueno para pasar por encima de los demás, pero no tanto porque después no lo van a entender (cero tramas complicadas, metáforas, intrigas y demás), algo plano que convenza al lector promedio y que además mantenga su atención. Con motivo de esto, principalmente, subí ayer "El Color del Cielo", pues fue el escrito que el año pasado cumplió con estas expectativas y obtuvo el primer lugar.
Pues bien, el tiempo pasaba y el techo se negaba a cooperar con mi falta de ingenio, así que me puse de senté (más que nada porque se me estaba yendo la sangre a la cabeza) e intenté recordar aquellas cosas que me habían dado en otros momentos la chispa creativa (hasta impresionante suena, ¿No?). No recordé nada para el cuento, pero se me ocurrió la presente entrada: hablemos sobre la imaginación, esa pequeña cosa que de pequeño, algún personaje idiota de televisión (un dinosaurio morado, un perro azul o algún otro ser con tendencia a la homosexualidad) intentaba hacer funcionar en ti para que viajaras a otros lugares, conocieras personas iguales de raras que ellos, o simplemente adornaras un paisaje para cantar algún tema ñoño hasta la saciedad. Eso era de pequeño, ahora que estamos grandecitos la podemos llamar sencillamente creatividad.
Unos la utilizan para sacar de la manga frases que nos hacen reír, otros para improvisar aquel pretexto que nos salvará de alguna situación incomoda (llámese llegada tarde, falta de tarea, ausencia a un evento, etcétera) e inclusive hay quienes intentan hacer algo útil con ella, desde descubrimientos hasta ágiles formas de ganar dinero (legales e ilegales). Habremos unos cuantos que la desperdigamos tratando de describir mundos y situaciones imaginarias con el fin de entretenernos y divertir a algunos, pero el problema se presenta al descubrir un pequeño detalle: la creatividad es como cualquier otro atributo del ser humano: sí, la tienes, lo que varía es la cantidad (no porque también tengas piernas vas a vencer a Usain Bolt en unas carreritas). Algunos no lo entienden (quiero creer que así es... puede ser que yo tampoco) e intentar forzar una maquinaria escasa para sacar a la luz ciertas "cosas" (no quiero expresarme tan "libremente"... no aún) que lo único que tienen en común con una narración es que ambas tienen letras.
Esperando que eso no me ocurra, me he decidido a tratar de exprimir mi vena creativa. Desgraciadamente, como leí una vez no recuerdo donde, ésta es como una amante inconstante: a veces quiere y te otorga todos sus dones, bastándole un simple rayito de luz para desatar en ti una avalancha de ocurrencias, que, si bien no todas las revolucionarias ideas que esperabas, una que otra puede ser fácilmente exprimida y procesada, para convertirse con el tiempo en algo entretenido. Sin embargo, tiene ocasiones en que, como diríamos vulgarmente, no suelta prenda, limitándose a reírse de tu incapacidad de lograr algo. No queda entonces más por hacer sino lo que un profesor nos insistiera hasta el cansancio el semestre pasado: leer.
Creo que finalmente encontré la manera de comenzar... me despido, el tiempo sigue a mis espaldas y todavía no tengo nada.
PD: Las ideas llegan cuando y donde menos lo esperas. Si te dedicas a tratar de hacer algo con tu ingenio, más te vale cargar con una pequeña libreta, o en un caso más moderno, hacerte a la costumbre de escribir notas en el celular.
Otra PD: Sí, estoy leyendo.